Nuevas estrategias para proteger a las personas con adicciones
Con motivo del Día Internacional de la Reducción de Daños (7 de mayo), UNAD, la Red de Atención a las Adicciones, ha presentado el estudio ‘Reducción de daños en el siglo XXI. Fase II Diagnóstico’ con objeto de revisar el modelo de Reducción de Daños (RDD) que está vigente en España para implementar nuevas estrategias.
El presente modelo no tiene incorporada la perspectiva de género ni tampoco muestra un enfoque de derechos y justicia social que permita reducir el estigma de las personas que se encuentran en esta situación. Es por ello por lo que a través de este estudio, UNAD quiere integrar todos estos puntos e invertir en ellos para paliar los efectos negativos de la salud pública.
Entre las principales conclusiones del estudio, financiado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, destaca el impacto histórico del modelo punitivo el cual ha contribuido a la construcción del imaginario social de la persona usuaria como delincuente, enferma y responsable de su propia situación. Además, la investigación alienta a la incorporación del modelo de justicia social con especial énfasis en el enfoque de interseccionalidad y señala como esencial tener en cuenta las opresiones y vulnerabilidades relacionadas con los diferentes ejes de desigualdad.
El documento también señala que la reducción de daños requiere reforzar la incorporación de las familias de las personas que usan drogas de cara a la efectividad de las estrategias y acciones ante los consumos. En esta línea, el estudio apunta igualmente la necesidad de trabajar junto a los medios de comunicación para dar a conocer los efectos y resultados que justifican la aplicación de la reducción de daños.
En base a los resultados obtenidos, la investigación plantea una serie de recomendaciones entre las que se incluyen la integración de servicios de reducción de daños en todo el territorio nacional y la correspondiente creación de una red de recursos, el aprovechamiento de las experiencias ya realizadas como evidencias de éxito y la descentralización de los discursos sobre el consumo para reducir los estigmas sobre las personas que usan drogas.
