“Las tragedias vividas en las residencias han hecho más visibles a las personas mayores”
Por Efe González
Según el INE, el 20% de la población española tiene más de 65 años. Todas las predicciones apuntan a que ese porcentaje seguirá creciendo. La realidad es que nuestro país envejece a pasos agigantados y sin embargo la vejez es una cuestión que no apetece mirar cara a cara. Dos años después del escándalo de las residencias, las personas mayores siguen siendo invisibilizadas. Aunque juegen un papel relevante en la solución de muchos problemas. Aunque muchas sigan sosteniendo a la familia.
Esperanza Cachón (Villaquejida, León, 1952) es de las que creen que el paso del tiempo siempre suma, jamás resta. Después de jubilarse y poner punto final a una larga carrera como enfermera, a sus 70, se mantiene tan activa como siempre. Defensora de la importancia de los cuidados, hace ya tiempo comenzó como voluntaria en el Grupo Social Lares y hoy sigue contribuyendo a desmontar prejuicios. Actualmente, es la responsable del área de Voluntariado de la entidad, un cargo que ejerce con entusiasmo y que le permite seguir aprendiendo todos los días.
¿Cómo llegó al Grupo Social Lares?
Conocía el sector porque en los últimos 20 años de ejercicio profesional me dediqué a la formación para personas que trabajan en residencias de Lares. A partir de ahí, Sor Carmen Victoria, que por entonces era presidenta de Lares Madrid y me conocía desde mucho tiempo atrás, me pidió participar en el Comité Científico de un congreso de Lares. Después de aquello, Juan Vela, actual presidente del Grupo Social Lares, me sugirió si podía tener una participación más estable en su red y dije que sí.
¿Cuál es la función que desarrolla específicamente?
Lo que hago es, siempre con el apoyo de alguna figura técnica de Lares, es coordinar las actividades del área de Voluntariado. Imparto formaciones sobre el cuidado de las personas mayores, también estoy presente en el Consejo de Sabios de Lares y represento a la organización en las asambleas o encuentros de otras redes. Podría decirse que colaboro en todo lo que me piden y puedo hacer.
¿Qué opciones ofrecen desde su entidad para quien quiera realizar voluntariado?
Principalmente, es un voluntariado de acompañamiento. Dentro de las residencias esto implica hacer gestiones o dar paseos, por ejemplo. Con la pandemia, las actividades presenciales se han limitado y se han sustituido por otras online para ayudar a las personas mayores a manejar herramientas online y así conectarlas con sus familias. Antes del coronavirus, por ejemplo, teníamos en marcha un proyecto de Clubes de Lectura Fácil con el que se hacían sesiones dentro de las residencias, pero se tuvo que parar y actualmente hay dos voluntarias que están pasando las obras a formato audiolibro.
¿Qué perfil suele darse en las personas que eligen hacer voluntariado con mayores?
Es muy variado, porque en Lares hay 662 centros residenciales que suman más de 10.000 personas voluntarias con la motivación y la formación concreta para realizar su labor. Contamos con profesionales de toda índole, aunque en muchos casos proceden del ámbito sociosanitario o de la docencia. Hay bastante voluntariado joven, mucha gente que, ya mayor, se encuentra bien de salud y dedica su tiempo y su cariño a colaborar con otras personas mayores. Para conocer mejor esta realidad vamos a realizar un proyecto para construir un Mapa del Voluntariado en Lares, creo que nos va a aportar mucha información para mejorar la calidad del voluntariado, que de por sí ya es bastante alta.
¿Qué interés suscita este ámbito entre las personas jóvenes?
Tenemos proyectos intergeneracionales que ponen en contacto a jóvenes con mayores y, en mi opinión, lo que más les atrae es la oportunidad de acercarse a personas que tienen una experiencia importante porque ya han hecho una vida. Son jóvenes que asocian la experiencia a la sabiduría que les puede aportar y creo que también pueden concebir estas actividades como si estuvieran ayudando a personas que podrían ser sus abuelos o abuelas.
¿Cuál diría que es el papel que juegan las personas mayores en nuestra sociedad?
Lamentablemente, las personas mayores no tienen el reconocimiento ni el respeto que merecen. Hay muchos estereotipos que desvalorizan lo que son realmente las personas mayores. Estamos en una sociedad bastante consumista, orientada a otro tipo de valores como la juventud, la belleza o lo material, y si fuéramos capaces de poner en valor lo que aportan y significan las personas mayores, sería diferente. Porque más allá de que aporten el fruto de su experiencia, aportan mucha sabiduría y muchos valores, y esto no está lo suficientemente reconocido.
¿Ha cambiado algo desde que llegó la pandemia?
Ha sido un horror para las personas mayores y sus familias por el sufrimiento y la soledad, aunque el voluntariado haya ayudado a paliar esta realidad a través de canales digitales. En las residencias, mucha gente ha fallecido sola sin poder despedirse, y para sus familias el único consuelo ha sido que en esos últimos momentos alguien hubiera podido agarrar la mano a su familiar. Todas estas tragedias que se han vivido en las residencias han hecho más visible el grupo de personas mayores en general, porque ha sido evidente el olvido de las instituciones. Ojalá con ese poquito más de visibilidad, las administraciones públicas tomen conciencia y asuman su responsabilidad. Es absolutamente imprescindible.
¿Y cómo ha afectado a quienes trabajan en estos centros?
Ha sido tremendo, han sufrido muchísimo por varias razones. Ahora, dos años después, el personal está muy cansado. Al sobrevivir a algo así parece que hemos sido resilientes y hay gente que ha salido fortalecida, con una fuerte sensación de orgullo al haber afrontado esta realidad y haber hecho lo posible por las personas a las que cuidan. En todo caso, es un sector donde el personal tampoco está reconocido: si la sociedad no pone en valor a las personas mayores, ¿cómo va a valorar a quienes se encargan de cuidarlas?
¿Qué es lo más valioso que le ha enseñado el voluntariado con personas mayores?
Aunque no trabaje directamente con ellas, me parecen una fuente de sabiduría inagotable. Lo que aportan tiene que ver con discernir lo que es importante y lo que no, lo que merece la pena pelear y lo que no. Son personas en las que hay que mirarse porque, si la vida nos lo permite, caminamos hacia su misma dirección. A mí, que tengo casi 70 años, las personas que son más mayores que yo me aportan sabiduría y lecciones de vida. Ante ellas abro los ojos.