Isabel Quiles, psicóloga y voluntaria en Psicólogas y Psicólogos Sin Fronteras

«La psicología tiene que ver con la solidaridad de proporcionar una ayuda»

 En Entrevistas
Por Efe González

Desde la crisis de 2008, la realidad de muchos hogares españoles quedó tocada. La inestabilidad económica se tradujo en un aumento de la pobreza y la desigualdad. Muchas personas que siempre se habían sentido “clase media” vieron cómo su futuro se volvía cada vez más incierto. A la falta de trabajo se sumaron los problemas con la vivienda y proliferaron los desahucios en todas las ciudades del país. Familias enteran tuvieron que abandonar su hogar, con escenas que se repetían en los telediarios pero que no mostraban la dimensión psicológica de esos episodios. Frente a estas situaciones, la organización Psicólogas y Psicólogos Sin Fronteras entendió que era necesario llevar las terapias allí donde más se necesitan.

A esta iniciativa se unió Isabel Quiles (Valencia, 1983). Se formó inicialmente como integradora social, pero con el tiempo siguió creciendo su afán por ayudar a otras personas por muy compleja que fuera su situación: decidió estudiar Psicología y así entender mejor los mecanismos que determinan cómo las personas gestionan su realidad: decidió estudiar Psicología. Ahora, compagina su trabajo con personas con trastorno mental grave en pisos tutelados con el voluntariado en Psicólogas y Psicólogos Sin Fronteras. Allí forma parte del área de apoyo en crisis, donde atiende y acompaña a personas en situación de especial vulnerabilidad que, en muchos casos, atraviesan situaciones de desahucio. Pegada a esta realidad, reivindica una psicología más visible y accesible porque, como ella misma señala, cualquier persona puede necesitarla el día de mañana.

¿En qué momento decidió poner su granito de arena para llevar la psicología allí donde normalmente no llega?

Después de trabajar en atención al público me di cuenta de que tenía cierta habilidad para conectar con la gente. Ahí me planteé estudiar Psicología y, una vez terminé la carrera, me di cuenta de que la teoría es una cosa y la práctica otra. Quería practicar, dar acompañamiento y aportar de persona a persona, y el voluntariado tiene esa humanidad que me permite hacerlo.

¿Qué realidades aborda a través del voluntariado que realiza?

Es un amplio abanico situacional. Hablamos de personas muy vulnerables en el plano económico y en el psicológico; desde personas adultas a menores, familias muy desestructuradas o víctimas de violencia de género. Son personas que llegan al plan de intervención en situaciones de crisis desde otros recursos donde quizá no le puedan dar atención o que necesiten una atención combinada.

¿Cuáles son los problemas psicológicos que suelen darse en estas situaciones?

La depresión juega un papel importante, pero también hay crisis de pánico, bastantes cuadros de ansiedad o trastornos alimentarios. También nos encontramos mucho trauma, que tenemos que tratarlo más a largo plazo.

¿Hay algún factor que caracterice a la intervención en estos casos?

Podemos partir de enfoques sistémicos, humanistas o cognitivo conductuales, pero siempre nos enfocamos en la persona. Cada profesional va comprobando, con las herramientas con las que cuenta, qué funciona en cada caso. Nos adaptamos a lo que necesita la persona según la situación que está atravesando para dotarle de los recursos psicológicos y no psicológicos que le permitan gestionar su día a día.

En este contexto, la pandemia ha jugado en contra de las personas más vulnerables.

Sobre todo, ha jugado en contra para las personas que ya padecían algún trastorno psicólogo de base, estuviera diagnosticado o no. La llegada del covid y el aumento de la soledad han agravado otros trastornos como la depresión y la ansiedad y ha sido un detonante de nuevos casos; ahora realizamos más atenciones.

¿Cómo repercute psicológicamente un desahucio en una familia?

Desequilibra y bloquea a las personas a la hora de continuar hacia adelante porque les pone todo en su contra. Esto genera mucho sufrimiento, porque todo lo que conlleva el desahucio desde antes de que se ejecute es devastador para la persona a nivel psicológico, con una incertidumbre y un miedo constantes. Y cuando ya ha pasado y los recursos no dan respuesta en la nueva situación aparecen la desmotivación, la ansiedad y la depresión. Por eso, en este sentido el desahucio es solo un punto de todo el proceso, las consecuencias vienen por todo el sistema que le rodea. Es ahí donde hacemos una intervención crítica para que la persona no se sienta sola y pueda ir gestionando el malestar y el sufrimiento.

Cuando en esas familias hay menores, ¿de qué manera viven esta realidad?

Desde la familia se intenta que lo vivan de la manera menos traumática posible, pero es difícil. El miedo y la ansiedad que pueda tener un padre o una madre se transmiten, y se dan muchos casos de depresión en menores. En el momento en que se va a producir el desalojo intentamos conseguir que exista una mínima normalidad ese día, con el colegio o con otras actividades cotidianas, pero es complejo. En estos casos, son lo primero y tratamos de que tengan la mayor seguridad posible.

¿La salud mental sigue siendo un tema tabú?

Se está avanzando a muy pequeños pasos. A partir de la llegada del covid se empezó a dar algo de luz al tema pero por otra parte se continúa tapando. Sigue siendo un estigma para quien tiene algún problema y no se visibiliza como debería. En este sentido, vamos atrasados como país.

¿Qué se necesitaría para acabar definitivamente con esos prejuicios?

Tenemos que concienciarnos de que hay que visibilizar todo el sufrimiento y la gravedad que ahora se están tapando. Porque hoy son otras personas las que pueden tener problemas psicológicos pero mañana podría ser yo. También necesitaríamos que el Estado pusiera todos los medios para darle, al igual que a otras áreas, la importancia que se merece. Esto podría jugar un antes y un después de cara a nuestro futuro.

¿Qué lugar ocupa un concepto como la solidaridad dentro de la psicología?

Toda psicología tiene una base moral y solidaria, porque la psicología es vocacional y tiene mucho que ver con la solidaridad de proporcionar la ayuda que una persona requiera. La solidaridad es de mí hacia la otra persona y de la otra persona hacia mí, y en ese sentido la psicología también me ha enseñado a aprender de mis pacientes, porque mis verdades no son verdades absolutas.

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