«El voluntariado favorece una autodisciplina que no se aprende en la universidad»

Para buena parte de la población mundial el acceso a la salud bucodental es un privilegio. Ir al dentista, un lujo para gente rica. Francisco Rojas Caballero (Granada, 1952) dentista de profesión y voluntario de vocación,  se dio cuenta hace tiempo de lo que significa no recibir atención cuando la necesitas. Así comenzó su voluntariado en “Dentistas sin límites”,  una organización donde da y recibe sonrisas.

¿Cómo empezó todo?

Venía de un viaje por Yemen del sur y me enamoré de su gente. Cuando volví a Madrid me pregunté a mí mismo, » ¿Qué hago aquí, pudiendo ayudar allí» No quise seguir en un cuarto encerrado toda mi vida y pensé en entregar mi mano, mi profesión y mi corazón a personas sin recursos. Viajar a África me cambió la vida.

¿En qué proyectos ha colaborado?

Desde que decidí dejar la vida cómoda en España he viajado por todo el mundo: Camboya, Laos o Nepal. Estuve en Anantapur y fui la mano derecha de Vicente Ferrer; le ayudé a montar el sistema dental de su Fundación. También he estado durante 20 años viajando a Nicaragua, Gambia, Kenia, Zimbabue… Mi próximo proyecto comienza en Guatemala,  viajaré junto a personas voluntarias para prestar servicios como dentistas a la población más vulnerable.

¿Qué supone para usted ser voluntario?

Es un sentimiento que tenemos en nuestro interior, solamente hay que sacarlo. En vez de girar hacia el “centro económico” tenemos que girar en torno a la población que más lo necesita, la gente con menos recursos. Yo giro en esa onda. Cuando estudie odontología no sabía que iba a hacer voluntariado alrededor del mundo.

¿Qué es lo más difícil de ser un “Dentistas sin límites”?

Conseguir financiación para los proyectos es lo más difícil. La gente muere por no tener ese dinero. También resulta complicado llegar hasta el país donde se desarrollará por que se necesitan muchos permisos y acuerdos con los gobiernos para que nos dejen acceder. Lo más fácil es saber trabajar dando un trocito de tu vida a las personas que más lo necesitan. Cuando trabajas con personas que se encuentran en condiciones de extrema pobreza piensas en que vienes de un país donde hay de todo; allí no hay ni antinflamatorios. Ser consciente de las diferencias y el egoísmo que hay entorno a esas dificultades, es difícil.

¿Qué impide el acceso universal a la salud bucodental?

Las empresas privadas. Los productos bucodentales son de empresas europeas o americanas, alemanas… La industria dental pertenece a los países ricos y llevarlo a los países pobres necesita de una inversión que nadie quiere realizar. Por eso, y si no fuera por organizaciones sin ánimo de lucro como Dentistas sin límites, mucha gente nacería y moriría sin haber sido atendido durante toda su vida por un dentista.

¿Los proyectos continuaron durante la pandemia? 

Cuando estalló el covid, se paró todo. Las personas voluntarias ni querían ni podían moverse, tampoco me daban autorizaciones para poder viajar a los destinos. El problema es que ahora que se ha puesto todo en marcha de nuevo la gente se ha paralizado; no hay tantas personas dispuestas a viajar como antes. Cuesta mucho volver a arrancar un proyecto de estas características después de la crisis mundial que hemos vivido.

¿Qué es lo que más valora del voluntariado en “Dentistas sin límites”?

Las personas que me acompañan. Son personas voluntarias que hacen un sacrificio inmenso con el objeto de, una vez al año, entregar su mano de obra para esas personas que lo necesitan. Dejan el confort de su casa, su familia y su entorno para venirse conmigo a ser “Dentistas sin límites” por el mundo. Lo que más valoro es ese compromiso a dejarlo todo .

¿Cuáles son los principales problemas de salud bucodental a los que se enfrentan en cada lugar que visitan?

La falta de higiene. Es el principio de la destrucción de la dentina, lo que lleva a la destrucción de la corona, formación de quiste dentario, infecciones e incluso la muerte. Esto ocurre sobre todo en los países más pobres. El problema es que los antibióticos son muy caros, y claro, cuando se los llevamos desde España, tenemos que vigilar la ingesta, porque es posible que no los tomen.

¿Por qué cree que es importante hacer voluntariado?

El voluntariado es una forma de disciplina. Cualquier joven que compara su vida con otras personas de un lugar diferente y ve que están en condiciones inferiores, se da cuenta de las grandes posibilidades que tiene en Occidente.  Eso es una clase de autodisciplina que no se aprende en ninguna universidad y que les motiva para ser mejores profesionales. Cuando la gente joven viene a hacer voluntariado alrededor del mundo, echan de menos sus viernes, sus copas, sus gentes, su confort…. Pero luego lo ganan en experiencia, sabiduría y amor.

 

 

 

 

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