“Desde que era pequeña he tenido la inquietud de ayudar a los demás”

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Paula, antes de comenzar tu experiencia con el voluntariado internacional ¿ya habías hecho algo en España?

Antes del voluntariado en El Salvador fui voluntaria en mi ciudad, Alcalá de Henares. Hacía actividades de recogida de alimentos y juguetes; desde que era muy pequeña he tenido la inquietud de ayudar a los demás. Desde que trabajo en Telefónica y formo parte de su cuerpo de voluntariado he conocido todo el abanico de posibilidades que tenemos al alcance para hacer un montón de cosas muy satisfactorias para ambas partes. Por ejemplo la labor de Deporte y Desafío que trabaja con personas mayores, en riesgo de exclusión o con discapacidad intelectual.

¿En qué cosiste el programa de vacaciones solidarias que impulsa  la Fundación Telefónica?

Consiste en que los empleados que sean voluntarios de la empresa pueden participar donando sus vacaciones a los proyectos de organizaciones sin ánimo de lucro tanto a nivel nacional e internacional. En el segundo de los casos, se viaja a los países en los que opera la empresa y se realizan proyectos de todo tipo, desde programas por la erradicación de la explotación infantil hasta otros de ayuda en catástrofes naturales. 

¿Cómo fue tu experiencia en México, qué actividades o funciones desempeñabas? 

La experiencia en México fue muy positiva.  Muy enriquecedora, más de lo que me había imaginado. Tenía miedo de que la experiencia se convirtiera más en publicidad positiva para la empresa que una labor realmente positiva para los beneficiarios del proyecto pero nada más lejos de la realidad. En mis vacaciones solidarias trabajé con la ONG Ririki, haciendo talleres para estudiantes de la comunidad Chilcuahutla que tiene un índice de pobreza de más del 70%. De entre las muchas cosas que hicimos, lo más especial fue una obra de teatro que hicieron de cero los niños y niñas, desde el guión, pasando por la dirección y el vestuario de la misma.

¿En qué se diferencia del voluntariado que realizabas en España? 

La diferencia claramente es el contexto, podemos leer y escuchar mucho sobre lo que sucede en otros países pero no eres consciente 100% hasta que no estás allí. Es cierto que a nivel emocional, me impactó mucho más la primera experiencia vivida en El Salvador, era más joven y sentí muy de cerca la relación con las personas de la comunidad con la que vivía, pero también es cierto que lo vivido en la escuela de Chilcuahutla, las conversaciones con los niños y niñas, sus realidades no lo voy a olvidar nunca. El voluntariado en España es mucho más accesible, te permite conocer las historias y las organizaciones a fondo, prepararte más para la experiencia que vas a vivir. Cuando viajas fuera la preparación que has realizado puede que sirva o puede que las condiciones del lugar no te permitan llevar a cabo lo que habías planeado.

¿Qué aprendizajes te trajiste de México?

Aprendí a valorar lo que realmente importa en la vida, a valorar los problemas reales, no los problemas que creemos que tenemos en nuestra vida diaria. Aprendí a sentir de manera diferente, a ser más valiente (hasta comí chamues! que son como cucarachas), aprendí que quiero conocer, en mi vida profesional y personal, a personas positivas que aporten, con ganas de hacer y de cambiar el mundo. 

¿Qué razones te movieron, la generosidad o un proceso personal?

Es una pregunta que puede parecer difícil, pero tengo claro que son ambos factores los que me han llevado cada año a solicitar vacaciones solidarias. Me hace sentir tan bien: cada sonrisa, cada conversación, cada gesto de amabilidad, cada beso y abrazo… que incluso siento que aprendo de los gestos de rechazo o momentos críticos en los que hay que tomar decisiones rápidas.

Cuando visitas un lugar en el que la pobreza y la exclusión están tan presentes es inevitable comparar ¿qué valores nos hemos dejado por el camino?

Esto es exactamente lo que más me impactó cuando regresé de El Salvador y creo que en la experiencia de vacaciones solidarias internacionales no da tiempo a sentirlo. No sé cómo responder a esta pregunta correctamente, pero sí puedo decir que no es fácil volver a la vida que tenemos aquí con acceso a todo en todo momento. Al regresar sentí que todo eso me avasallaba, que estábamos sobreexpuestos al marketing, que creemos que necesitamos todo lo que tenemos a nuestro alrededor, y no nos damos cuenta de que si no tuviéramos todas esas cosas, atenderíamos más a las personas. Creo que sentiríamos un poquito más cada momento que vivimos.

Para finalizar, Paula: si tuvieses que quedarte con una imagen congelada de tu experiencia ¿cuál sería?

Sin duda alguna, con el último día en la escuela de Chilcuahutla, con la representación de la obra de teatro creada por las niñas y niños del taller; representaron lo que querían que fuera su proyecto de vida.

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