Mila Benito, voluntaria y directora de Marketing y Comunicación de la Fundación Banco de Alimentos de Madrid

“Lo importante es que la gente siga donando, aunque sea menos”

Mila Benito es una mujer que hace voluntariado en el Banco de Alimentos de Madrid, además de convertirse en la directora de Marketing y Comunicación del mismo. A lo largo de esta entrevista nos habla de la crisis que sufren actualmente estas organizaciones, debido, entre otros casos, a la inflación.

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Mila Benito en el Banco de alimentos de Madrid

Por J. V. Martín

El día que Mila Benito se prejubiló decidió seguir haciendo su trabajo, pero de forma voluntaria. Conocía la labor del banco de alimentos de Madrid porque había trabajado allí como empleada de una agencia de publicidad. “Tenía claro que quería hacer voluntariado y me pareció una buena idea hacerlo aquí. Es mi forma de donar mis conocimientos”, asegura. Desde hace cuatro años es directora de Marketing y Comunicación de la Fundación Banco de Alimentos de Madrid, un sostén fundamental para miles de familias y uno de los grandes colchones asistenciales durante la pandemia. Ahora, la escalada de precios de los alimentos supone un nuevo reto.

¿En qué estado se encuentran las despensas del banco de alimentos?

Las donaciones están bajando mucho. Esto viene desde el inicio de la pandemia, cuando descendieron casi un 40%. Luego se han acumulado la crisis económica derivada de la pandemia y ahora la guerra de Ucrania, con la inflación. Las donaciones siguen a la baja. Por otro lado, este año se ha reducido a la mitad la previsión de kilos de comida que reciben todos los bancos de alimentos de Europa del programa del fondo de ayuda para personas desfavorecidas. No quiero alarmar, no estamos en una situación de emergencia, pero tenemos que ser muy vigilantes ahora porque en uno o dos meses podemos tener bastantes dificultadas para conseguir algunos productos.

¿La inflación es el factor que más está dificultando ahora la labor?

Ahora mismo, sí. El poder adquisitivo tanto de empresas como de particulares a la hora de donar es más limitado. Tenemos menos donación de productos y también monetaria. La subida de los precios ha sido tremenda y cuesta más llegar a fin de mes. No es que done menos gente que antes, sigue habiendo una gran masa de donantes particulares, pero donan menos cantidad. Y las empresas cada vez intentan desperdiciar menos. La industria alimentaria y las cadenas de alimentación, que son un donante tradicional, intentan fabricar para no producir excedentes, y también hace que ingresemos menos.

¿Cómo ha sido esta reducción en Madrid?

El año pasado ingresamos 23,6 millones de kilos de alimentos y distribuimos 22,8 millones. La diferencia entre lo recibido y lo repartido es justamente el stock que necesitamos tener en almacenes por si hay una emergencia. En 2020, durante la pandemia, ingresamos 27,3 millones de kilos y distribuimos 26,8. En 2019, que fue un año normal, ingresamos 21,3 millones de kilos y repartimos 20,6.

¿A cuántas personas calculáis que está afectando severamente la escalada de precios?

Cerramos 2019, el último año de normalidad, con 130.000 personas atendidas. En 2020, año de la pandemia, fue una locura, la demanda subió muchísimo y pasamos a 186.000 personas. Luego todo se fue normalizando y ahora mismo estamos todavía en 160.000 personas atendidas, es decir, todavía un 23% más que en 2019.

¿Ha cambiado el perfil entre las familias que acuden a vuestros recursos a causa de la inflación?

Sí, y se nota muchísimo. Hay una bolsa de pobreza en todos los países que está cronificada, que es muy difícil que salga de esa situación, pero ahora se están incorporando personas que no han necesitado nunca ayuda alimentaria. Básicamente son españoles jóvenes, parejas con hijos, hogares monoparentales y muchos de ellos con trabajo, pero que no pueden llegar a fin de mes por la subida de los precios tan generalizada.

¿Qué productos básicos son los que más se necesitan ahora y cuáles son las dificultades para conseguirlos?

Hemos tenido que hacer un ajuste en la cesta básica y en mayo lanzaremos una campaña de emergencia para recoger leche. Es un producto que está escaseando, que nos llega con cuentagotas porque ha subido muchísimo de precio. También el aceite, que nos está costando una barbaridad conseguirlo a un precio razonable. Y luego están los productos que tradicionalmente nos llegan menos por donación porque ya son muy caros. Son todos los alimentos infantiles, las leches de continuidad, los potitos… Lo tenemos que abordar con compras, con las donaciones monetarias que nos hace la gente en los supermercados durante la gran recogida.

La labor del banco de alimentos es de sobra conocida, aunque en estos momentos complicado, cuando la gente puedo donar menos, quizás conviene recordar su importancia más que nunca. ¿Cómo la defines tú?

Hay 160.000 personas solo en la Comunidad de Madrid que necesitan ayuda. Muchas no estaban en situación de necesidad y son gente a la que hay que dar un empujón para que puedan salir de un momento económico malo, algo que le puede pasar a cualquiera. Para eso existe el banco de alimentos. También quiero recordar a la gente que, aunque sea poco lo que puedan aportar, todo suma.

Mucha gente en las tiendas nos dice que dona todos los años y que este no puede hacer tanto esfuerzo. Con uno o dos euros ya es mucho, la suma de todas las donaciones es nuestro motor para dar una comida diaria a la gente que atendemos. Es importante seguir donando, aunque sea menos. Uno o dos euros parece poco, pero nosotros lo convertimos en más, optimizamos los precios y eso se puede traducir en más paquetes de pasta, de arroz y otras cosas de la cesta básica. Poco dinero no significan pocas raciones de comida.

¿Cómo hacéis para estirar así las donaciones?

Nuestra responsabilidad con el donante es optimizar siempre los precios a los que compramos los productos para que la donación sea lo más eficiente posible. Muchas veces tenemos que comprar cosas que no nos llegan vía donación. Y lo hacemos mediante la compra en origen. Es decir, nos dirigimos directamente a cualquier marca que fabrica alimentos que necesitamos, pedimos siempre precios diferentes a distintas industrias, cadenas de alimentación o empresas hortofrutícolas.

A nivel de voluntariado, ¿la crisis está aumentando o disminuyendo la gente que quiere trabajar en el banco de alimentos?

Nosotros tenemos dos tipos de voluntariado, uno permanente de unas 380 personas que trabajan en las sedes, en áreas de logística, distribución, marketing y otras áreas. Y luego tenemos una bolsa de personas voluntarias a las que avisamos cuando hacemos llamamientos para una gran campaña, como la gran recogida, las operaciones kilo y demás. Afortunadamente nos responden bastante bien. Solo el año pasado tuvimos 7.700 personas voluntarias, que está muy bien. Tenemos bastante capacidad de captar voluntarios y el perfil es bastante amplio.

¿Cómo es la organización en una tarea de tanta envergadura y con tantos perfiles diferentes que son esenciales?

Para que te hagas una idea, el 96% somos personas voluntarias y solo un 4% es personal contratado. Nos dividimos en tres grandes bloques. Uno de ellos, en el que yo estoy, somos personas voluntarias de trabajo de oficina, como en una gran empresa de distribución y logística. En el fondo estamos organizados igual, desde las personas de labores administrativas a logística, marketing y comunicación, atención a actividades benéficas…

Luego está la gran bolsa de voluntariado, que es muy importante, porque trabaja en el almacén. Son las personas que todos los días preparan y reparten los alimentos a las entidades benéficas. Y después tenemos un voluntariado ocasional que nos ayuda con su presencia en los puntos de venta, en los establecimientos de alimentación para dar información o animar a que se hagan donaciones.

¿Cuándo y por qué decidiste dedicar tu tiempo al banco de alimentos?

Ya llevo cuatro años como voluntaria aquí. Antes había trabajado para el banco de alimentos desde una agencia de publicidad y cuando me prejubilé yo ya tenían intención de hacer voluntariado. Pensé era una buena ocasión, porque aquí no estaba muy desarrollada el área de marketing y comunicación. Me ofrecieron la posibilidad de llevar esa dirección y la acepté. Me pareció una buena manera para seguir activa y seguir aportando. Creo que es una forma de “donar” el conocimiento o la experiencia que tenía de mi vida profesional.

Cada caso es un mundo, pero este recorrido es bastante común. Los directores de las áreas de logística, distribución, informática y digitalización o atención a actividades benéficas suelen ser personas cuya vida profesional ha transcurrido ahí y, al jubilarse, se convierten en voluntariado permanente.

Además de recoger y repartir alimentos, ¿qué otras actividades se realizáis?

Tenemos toda una parte de sensibilización a través de voluntariado con experiencia en labores docentes. Se dedica a hacer talleres en centros educativo, charlas a niños y adolescentes sobre los problemas derivados del hambre, del desperdicio alimentario y la pobreza para que desde pequeños sean conscientes de esta realidad que te toca, que no se elige. Intentamos explicar que, aunque no se esté en riesgo de exclusión social, por ejemplo, se puede caer en cualquier momento por varios factores. Estos talleres son muy importantes para nosotros. Todos los jueves tenemos visitas de alumnos al banco de alimentos.

 

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