‘8 de marzo, un año después’

 En Opinión
GEMMA ALTELL, Psicóloga social

Hace aproximadamente un año gran parte de las ciudades y pueblos de España se teñían de púrpura a través de manifestaciones reivindicando mayores cotas de igualdad entre mujeres y hombres: equiparación salarial, paridad para las mujeres en los espacios de decisión de los diferentes sectores socioeconómicos, mayores cotas de corresponsabilidad entre mujeres y hombres, etc. Justo después llegó una pandemia. Nos cambió la vida. A todas y todos. En todo el mundo.

Sólo ha pasado un año, pero este 8 de marzo nos muestra, de forma descarnada, como una vez más, las mujeres somos las más perjudicadas por la actual situación. La pandemia -junto con el machismo estructural- ha desencadenado un retroceso significativo en cuanto a las políticas de igualdad. Las consecuencias: si la pobreza ya tenía rostro de mujer ahora, el COVID, ha conseguido ahondar en la precarización económica de muchas mujeres y la complejidad estructural para conjugar vida laboral, familiar y personal.

Por un lado, las mujeres han estado protagonizando gran parte de los trabajos llamados esenciales; mucho de ellos sin reconocimiento público y en situación de precarización como por ejemplo trabajos de cuidados a personas mayores o domésticos sin contrato laboral ni cobertura médica. En otros casos, en el comercio o en la hostelería (sectores ampliamente feminizados) con despidos masivos fruto de las restricciones.

Por otro lado, las “afortunadas” que hemos podido teletrabajar hemos constatado que, como tendencia mayoritaria documentada en los estudios, los diversos confinamientos que se han producido durante este año han ahondado en la brecha entre hombres y mujeres en relación con la dedicación a los cuidados dentro de las familias. La fantasía del teletrabajo ha invisibilizado las fronteras entre la vida laboral y familiar y ha provocado una mayor distancia entre los roles masculinos y femeninos tradicionales. Como resultado, las mujeres han aumentado su dedicación a los cuidados familiares y domésticos.

Así pues, este mes de marzo, más que nunca, protagonicemos la lucha por la igualdad y pongamos en valor los cuidados.  Porque son esenciales. Algo que deberíamos haber aprendido durante este año.

 

Las opiniones vertidas en los artículos de opinión de El Periódico del Voluntariado corresponden a los autores y autoras de los textos.

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