Después de mes y medio de encierro, Antoni Adam, nos cuenta que, una vez terminado el confinamiento, probablemente veamos un incremento importante en la demanda de servicios de atención a la salud mental. Hemos vivido cambios vertiginosos que nos han obligado a replantearnos nuestras formas de vida y los hábitos sociales. Nos hemos tenido que someter a situaciones límite con nosotros mismos. Nos hemos tenido que mirar al espejo, individualmente y como sociedad.
Adam insiste en que es pronto para hacer predicciones sobre cómo será el mundo. Lo que sí se atreve a asegurar es que gracias a haber parado, hemos tenido tiempo que reflexionar, algo que, para él, ha supuesto ya un cambio importante.
¿Cómo se está abordando la atención a la salud mental durante esta crisis?
Yo creo que se está dejando bastante de lado, porque no se están teniendo en cuenta los efectos del confinamiento. No sólo existe el miedo al virus y al riesgo de contagio, sino que el confinamiento también ha mostrado situaciones en las que hay claros efectos en el agravamiento de la salud mental. Se están disparando muchos de los problemas mentales comunes: fobias, ansiedad, depresión, etcétera.
Hemos pasado del humor en el Whatsapp al dolor de ver el contador de nuestros fallecidos disparado. Hemos pasado al confinamiento extremo y a la crisis económica, ¿Estamos ante un trauma colectivo?
Estamos viviendo un fenómeno muy complejo y ahora mismo no podemos calcular con exactitud las consecuencias, ni lo que esto nos vaya a traer. Hay gente seria que dice que los efectos del confinamiento en la sociedad no serán tan graves, pero también hay quien dice lo contrario sosteniendo que estamos frente a un cambio de paradigma. Pero yo creo que hay que ser prudentes y no lanzarnos a hacer predicciones extremas, por el momento. Claro que habrá cambios, pero aún es pronto para saber cuáles son. Lo cierto es que esto nos ha obligado a parar. En todo sentido, y nos ha orillado a revisar. Ahora, lo que cada uno entienda por “parar” y “revisar”, y las conclusiones que extraiga de ello, es otro tema, pero el simple hecho de frenar y reflexionar ya es algo muy importante.
Al respecto, el término PROA, acuñado por mí, que significa ‘para’, ‘respira’, ‘observa’ y ‘actúa’, es algo que nos obliga a replantearnos, a mirarlo todo desde otra perspectiva. Nos ayuda a observarnos a nosotros mismos. Me parece que es necesario sentarse un momento y realmente reflexionar como individuos y como sociedad, pues hemos tenido que adaptarnos, en muy poco tiempo, a situaciones muy duras de encierro. Hemos vivido una cantidad de experiencias muy difíciles, pues hay quienes han perdido el trabajo, pero también quien ha tenido que cambiar su rutina, hay quienes han tenido pérdidas económicas importantes, y también gente que ha tenido que hacer frente a la convivencia en espacios muy reducidos.
Pasar tanto tiempo con nosotros mismos.
En situaciones así, aparecen los peores monstruos. Uno de los peores es el tema de las mujeres maltratadas, y el maltrato machista. Seguramente también estará aumentando el abuso del alcohol y los trastornos relacionados a esta conducta. También las personas con problemas de hipocondría. Pero no lo sabremos con exactitud hasta que no se abran las puertas.
Postcrisis. ¿Cómo estaremos psicológicamente al término del confinamiento y la vuelta a la ‘normalidad’?
Lo dije antes, es difícil hacer predicciones, pero por ahora, como no tenemos experiencia en esto, pues estamos improvisando. Ante toda situación es necesario un proceso de adaptación. Cuando tú pasas por un cuadro vírico y enfermas, necesitas un par de días, de un tiempo, para recuperarte. Pues lo mismo en esta situación. ¿Cómo le explicas a un niño que estaba acostumbrado a jugar en la calle a de pronto pasar seis o siete semanas encerrado en casa? Y después de todo eso, de pronto vuelve a la calle y se encuentra con que todo es distinto. Pues con tiempo, esa es la clave. Necesitamos tiempo para hacer el proceso adaptativo. Ahora bien, intuyo que habrá un aumento importante en la demanda de asistencia de salud mental.
Las formas de contacto y de relación han cambiado, por ejemplo, en el supermercado. La gente ya no habla, hay una distancia (impuesta) mucho mayor, no hay contacto…
Es cierto que tendremos que hacer una adaptación abrupta respecto a los lugares de encuentro social. No podemos seguir apiñándonos todos en un sitio para tomar una caña. Tendremos que modificar nuestros hábitos, claramente. Sin embargo, esta experiencia sí que tendrá otros cambios, tal vez, positivos. Por ejemplo, en mi calle, que es estrecha, no es La Castellana (Madrid), nos saludamos entre vecinos de balcón a balcón. Claro, lo hacemos con la distancia requerida, pero nos ponemos cara, charlamos. Es un tiempo de cambio y tendremos que reinventarnos.
Los ataques de pánico…
El ataque de pánico es algo muy concreto y bastante poco frecuente. Te lo digo como profesional y desde el punto de vista más estricto. Otra cosa es una crisis de ansiedad. Son completamente distintas, pero en la calle y los medios suelen confundirlos. El ataque de pánico dura minutos, y llega de pronto, sin una causa aparente. La crisis de ansiedad puede presentar hiperventilación, sudoración, y puede durar media hora.
Emocional y psicológicamente ¿Estamos viviendo como en una olla a presión?
Esa es una metáfora muy válida, igual que la de un dique que se rompe. Habrá que ver cómo sale la gente cuando volvamos a las calles. Pero, como ya dije antes, intuyo que habrá un aumento importante en la demanda asistencial a la salud mental. Habrán aumentado muchos de los fantasmas de la gente, así como sus miedos. Habrá más casos de trastornos obsesivos compulsivos, de gente obsesionada con el tema de la limpieza y la higiene, etcétera. También cabe mencionar que esta experiencia contribuirá a tener comportamientos más globales. Tendremos que plantearnos otras formas de relación menos impulsivas, menos afectuosas, tal vez.
Menos afectuosas pero sin dejar de lado la solidaridad. En estos momentos, ¿qué efectos tiene el voluntariado en la salud mental?
Ayudar a otra persona tiene unos beneficios claros. Hay muchos estudios al respecto, el hecho de ayudar al otro revierte en ti mismo. Se ve por ejemplo en todas esas personas que hacen una labor social como por ejemplo quienes colaboran escuchando problemas o esos médicos que se van a la otra punta del mundo. Por un lado es una labor que quema mucho, faltan medios, es muy duro. Pero por otra parte, tienen esa sensación de que están haciendo algo para mejorar la calidad de vida de otras personas. Eso revierte en beneficio propio.
Muchas de las personas que hacemos voluntariado decimos que nos aporta más que lo que damos. El voluntariado, la solidaridad, tiene efectos beneficiosos sobre el bienestar emocional. La solidaridad es beneficiosa para la salud mental y la física. Lo que es bueno para el cuerpo es bueno para el espíritu. Destaca el hecho de sentir que lo que haces importa, que sirves para algo. El voluntariado es el paso de sentirse utilizado a sentirte útil.