La X Muestra de Corto Social reconoce la labor de Marta Nieto y Eduardo Casanova

Danzaire, la estatuilla que premia el compromiso social en el cine

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Las Danzaires son obra de la escultora Carmen Castillo Bartolomé.

Por Coché Echarren 

El próximo 10 de junio, en la X Muestra de Corto Social que organiza la Plataforma del Voluntariado de España, se hará entrega de las Danzaire, unas estatuillas, obra de la escultora Carmen Castillo, que pretenden consolidarse como los premios al cine social. Las Danzaire de este año distinguen la labor de la actriz y directora de cine, Marta Nieto, y el actor y director, Eduardo Casanova.

Carmen Castillo Bartolomé, autora de la estatuilla en bronce, reside en un idílico bosque del Oriente de Asturias. Justo allí, creó la pieza con la idea “de reflejar el movimiento, la pugna que el bailarín mantiene con la fuerza de la gravedad”.  Pugna que puede servir como metáfora de la solidaridad frente al egoísmo; de la acción desinteresada que desarrolla la persona voluntaria frente al individualismo de nuestra sociedad.

“El movimiento es también la base del cine. De hecho cada rodaje comienza con la palabra “acción”, señala Carmen Castillo que lleva casi 40 años investigando en la abstracción de la figura humana, a través de la escultura. Cada Danzaire ha supuesto un trabajo de alrededor de dos meses. “Me ilusiona participar en un proyecto que trabaja con ese cine que ayuda a comprender que el problema del otro es el nuestro también. La actividad de la Plataforma del Voluntariado de España y de otras organizaciones, es muy importante para que lleguemos a aceptar la pluralidad y alcancemos una convivencia más igualitaria”.

Cuando el cine ayuda a entender

Marta Nieto ya era conocida por su trabajo en series de televisión y por su participación en la película El camino de los ingleses, que dirigió Antonio Banderas, cuando llegó el papel que más ha marcado su carrera: el de protagonista en Madre (2019) de Rodrigo Sorogoyen. Un largo, que había nacido dos años antes como cortometraje y que había ganado el Goya. La interpretación que Nieto hizo de Elena en la película, la consolidó como una de las grandes actrices del cine europeo. Pero además su personaje marcó un antes y un después a un nivel más personal. Nieto vio claro el modo en que quería enfrentar su carrera.  “Madre forma parte del cine que te mueve, que te hace replantearte cosas y ver algo que no habías visto nunca”.

Desde entonces la actriz ha sentido la necesidad de adentrarse en ese tipo de historias, las que son capaces de remover conciencias y transformar la percepción social. Y así lo ha demostrado en su primer corto, Son, y su primer largo, La mitad de Ana, como autora y directora. Los dos narran la misma historia: la de un niño trans y una madre que realiza el esfuerzo de entender y respetar.  “Empecé a escribir sobre mí y al final terminé en un asunto que vivo como propio. Porque hablo de un conflicto que siempre he mantenido conmigo misma, con mi identidad. Tratar de encajar en los géneros me ha causado mucho desasosiego”. Nieto apuesta por el cine “como herramienta para crear imaginario colectivo”. Y considera necesario hablar de algo que está ocurriendo ahora, en todo el mundo, en este país. “Un niño o una niña de cada 1000, se manifiesta transe en España. Es algo que nos genera el deber de explorar”. Nieto, inmersa actualmente en el rodaje de la película, asegura, “por fin, sé lo que quiero”.  Sin duda su trabajo la sitúa en esa lucha que mantiene el bailarín contra la fuerza de la gravedad, en ese movimiento de las Danzaire.

Historias contra el fascismo

Se convirtió en una de las caras más conocidas del país, gracias a su interpretación de Fidel en la serie Aída. En 2011 y coincidiendo con el estreno de su primer trabajo en una película de Álex de la Iglesia (La chispa de la vida), sorprendía con su debut como director del corto Ansiedad. Fue solo el inicio de una carrera muy personal como director de cine, en la que cabe destacar Pieles, su primer largo.

Comprometido con el apoyo a esas personas que socialmente son considerados `diferentes’,  Eduardo Casanova cree que “hoy más que nunca hay que contar historias que sirvan para luchar contra el fascismo”. Y algo de eso esperamos de su próximo largo, La Piedad. La cinta ha sido producida nuevamente por Carolina Bang y Alex de la Iglesia y entre sus intérpretes cuenta con Ángela Molina y Ana Polvorosa. Sabemos que “presenta un universo estético muy oscuro, tanto como sus personajes” y que ha sido seleccionada en uno de los festivales de cine de mayor prestigio del mundo: el de Karlovy Vary en su edición número 56.

La personalidad única de Casanova como cineasta comenzó a forjarse gracias a su abuela. “Ella fue la persona que generó en mí el interés por el cine. Me ponía muchas películas, algunas no apropiadas para mi edad. Tenía unos cinco años cuando vi Tiburón, El exorcista y casi todas las de Almodóvar”. El cineasta manchego se convertiría desde entonces en uno de sus referentes más importantes. Hay quien sitúa sus trabajos en la misma línea, pero Casanova se desmarca de esta idea. “Compararme con un maestro como él, es un error. Yo solo soy un aprendiz. Aademás creo que nuestro cine es muy diferente”.  Su compromiso claro por dar voz a personas que no tienen modo de ser escuchadas, y la lucha por una sociedad abierta y plural, no dejan lugar a dudas: la Danzaire es suya.

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