Entrevista a Mamen Fernández, voluntaria de Rais

“Si una mujer está en la calle es porque ha agotado todas las ayudas”

Mamen Fernández tiene 35 años y una formación que no se corresponde con su trabajo actual. Hubo un tiempo que este aspecto de su vida le pesaba más de lo habitual y la tristeza se instauró en ella.

 En Entrevistas, PVE
Mamen Fernández durante una acción de RAIS por el derecho a un hogar digno
Por Talía Estévez

Fue el voluntariado en la Fundación RAIS, organización que trabaja con personas sin hogar el que lo cambió todo. Ese encuentro accionó la palanca de cambio.  Logró salir de aquel bache con un sinfín de anécdotas emocionantes y con una cosa muy clara: las relaciones afectivas nos salvan.

Como voluntaria de una fundación que lucha contra el sinhogarismo, ¿cuál es la situación actual de esta problemática?

Mi voluntariado no está relacionado de forma directa con el sinhogarismo, por eso tampoco puedo dar datos, pero yo voy por la ciudad y veo que que hay mucha gente viviendo en la calle porque los veo por la noche, y mucha otra que durante el día vaga por la ciudad sin un rumbo. Y desde luego, son muchas porque nadie debería vivir en la calle.

¿Cómo ha evolucionado tu visión del sinhogarismo?

En un inicio la visión que tenía era la que creo que tiene la población en general: las personas que viven en la calle son porque quieren o porque se lo merecen. Y te das cuenta de que no, que son personas como yo a las que le duelen las mismas cosas que a mí y que por lo que sean han tenido más o menos suerte en la vida. O menos apoyos a su alrededor en tiempos difíciles.

¿Hay un perfil concreto de las personas que viven en la calle?

Nadie está libre de poder vivir en la calle en algún momento. Cuando empecé con RAIS estaba en una etapa dura, no tenía ningún problema de salud grave pero sí pasaba por una situación triste por motivos laborales. Me di cuenta de que gracias al apoyo que recibí por parte de mi familia y mis amigos, no me pasó nada. Si yo me hubiera sentido sola, es probable que hubiera tenido problemas de alcoholismo o drogas.

Ese es el problema, que todos podemos vernos en una situación parecida. Tener una vida estructurada no hace que dentro de diez años vivas una situación que te lleve al sinhogarismo. Por eso valoro y creo que son imprescindibles las relaciones sociales. He aprendido que los problemas llegan cuando nos aislamos.

¿Existe un perfil concreto de personas sin hogar?

No, cada caso es diferente. Es cierto que el alcohol y las drogas están muy presentes pero no siempre son el motivo, en ocasiones son las consecuencias. Yo puedo tener un problema y darme a la bebida, o puedo tener adicción al alcohol y que eso me provoque un problema. En el sinhogarismo es lo mismo. Conozco a personas que han estado en la calle sin tener ninguna relación con las drogas y el alcohol y quienes que sí lo han tenido.

Yo personalmente creo que si vives en la calle, las drogas y el alcohol son una vía de evasión. Pero no siempre es así, hay quienes no tienen hogar y no han probado las drogas nunca.

¿Es más habitual que el sinhogarismo se dé en hombres que en mujeres?

Generalmente, creo que en número sí que hay más hombres que mujeres, pero con el tiempo he llegado a una conclusión personal: las mujeres que están en la calle viven situaciones más extremas. Por educación las mujeres estamos más acostumbradas a pedir ayuda, nos resulta más sencillo. Por lo tanto, si una mujer está en la calle es porque ha agotado toda la ayuda posible. De ahí que haya casos tan extremos entre los que es habitual que haya problemas de violencia de género. Otra conclusión a la que he llegado es que las mujeres sin hogar necesitan unos recursos específicos adecuados a sus problemáticas que en la actualidad, o no existen, o son minoritarios.

¿En qué consiste tu voluntariado?

Lo que más me gusta de mi voluntariado es que relacional, realizo una actividad totalmente horizontal. Voy a los pisos de autonomía y realizamos una quedada gastronómica. Algo tan español y tan social como sentarnos alrededor de una mesa. El centro de la actividad es la conversación; hablamos de lo que puede hablar un grupo de personas afines, nos aportamos mucho los unos a los otros.

¿Y cómo son estas casas?

Son pisos compartidos entre personas que vienen de la calle o de otros programas de Rais. Todas tienen su habitación y trabajan con un educador social entorno a unos objetivos, como por ejemplo encontrar o mantener un trabajo. Este es el último paso a lograr la independencia total.

¿Qué te ha dado tu voluntariado, qué historias te han marcado?

Hay mogollón de historias increíbles. Desde un hombre que tenía un trabajo pero era tan precario que no le permitía pagar un alquiler y estuvo siete años viviendo en su coche. Esta persona nos contaba que cada año, al llegar diciembre decoraba su coche de Navidad. A mí, que he sido el Grinch durante mucho tiempo, me dejó marcada.

Recuerdo también una mujer con la que no me llevaba especialmente bien porque las dos teníamos un carácter muy fuerte. Y que tras una vida muy complicada de soledad, falleció acompañada gracias a RAIS. Fue muy feliz por estar tan querida y protegida los últimos meses de su vida. También recuerdo a otra chica, maravillosa, que había tenido muchos problemas personales, que había acabado sola. Después con la ayuda de la fundación consiguió un trabajo muy chulo que le hizo muy feliz.

Al final sois un grupo muy diverso de personas, ¿no?

Exactamente, cada uno tenemos nuestra historia y en ocasiones es muy complicado congeniar. Las personas que viven allí tienen que convivir unos con otros sí o sí, y puede llegar a hacerse duro. Yo lo pienso muchas veces y si a mí me dijeran que obligatoriamente tengo que compartir tiempo y piso con personas con las que no tengo nada en común… no sé qué haría. Al final es la única alternativa que tienen a la calle. No obstante, a pesar de lo complicado que es todo para ellos, encuentras a personas muy muy interesantes que a mí personalmente me han cambiado y marcado.

¿De qué forma?

La mirada que yo tenía sobre el sinhogariasmo antes de llegar a Rais no tiene nada que ver con la actual. Esto es algo que me gusta transmitir a toda la gente que me rodea. Ahora valoro muchísimo lo que tengo a mi alrededor: mi pareja, mis amigos, mi familia. Aprecio mucho todas las relaciones sociales que tengo. Mi voluntariado me ha hecho ver cosas que antes no era capaz. He desarrollado la teoría de que todo el mundo debería de hacer un voluntariado alguna vez en su vida.

Por otro lado, me ha enseñado a tener paciencia,y a aprender mucho de mí y de las relaciones sociales. Me aporta muchísimo. Lo que más me gusta de esto es que yo no estoy en una posición superior, simplemente convivimos de igual a igual aportándonos cosas mutuamente.

Para concluir, ¿cuéntanos cómo fue la última reunión del grupo gastronómico de RAIS?

Pues la última en concreto fue convulsa porque la celebramos el día de las elecciones. Yo intentaba no tocar la política, pero al final fue imposible en un día así. Así que, sí tuvimos discusión sobre política con distintas opiniones, pero bueno, todo desde el respeto. Política aparte, fue muy guay porque se habían cambiado de piso hacía poco y estaban super ilusionados. Fue muy especial.

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