El primer sector abarca lo público, el segundo la actividad privada con ánimo de lucro, y en el tercero están las organizaciones no lucrativas de acción social. Lo que mayoritariamente conocemos como ONG. La Plataforma del Tercer Sector se creó el año pasado con el fin de unificar las voces de 29.000 entidades en toda España en las que trabajan de manera remunerada medio millón de personas y con las que colaboran 900.000 voluntarios. Todo, para prestar servicios de apoyo a más de cinco millones de personas en situación de vulnerabilidad o exclusión social. Luciano Poyato (Cartagena, 1964) es su presidente y mañana participará en las jornadas que organiza Sartu en Bilbao por su 25 aniversario y que empiezan hoy.
– ¿Qué ocurriría si mañana cerrasen todas las ONG?
– Que quedaría desatendida una población que ya está excluida o en riesgo de exclusión social. Se rompería lo poco que queda de cohesión social en este país.
– El trabajo de los voluntarios y los profesionales de estos colectivos, ¿está entonces conteniendo un estallido social?
– Evidentemente está conteniendo el estallido. En 2009 había en España 9,1 millones de pobres, y en 2011 la cifra subió a 10,3 millones. Ya no sólo estamos atendiendo a la exclusión social de antes, sino a la nueva, a gente que nunca se había imaginado que iba a terminar así.
– Pero a ustedes también les está afectando la crisis: hay más gente a la que atender, pero los recortes en el gasto público les dejan con menos recursos.
– La crisis está provocando una situación de desconcierto entre las personas trabajadoras de nuestras organizaciones porque hay demoras en pagos y nos quedamos sin liquidez. Esto genera tensión y conflictividad. Pero el mayor impacto es para los usuarios, personas muy carenciales no sólo desde el punto de vista económico, sino emocional. Y no podemos llegar a todo.
Pérdida de conciencia
– ¿Cómo valora la actitud de los políticos frente a todo eso?
– Nos preocupa que la clase política pierda la conciencia, porque ahora parece que todo se reduce a esperar a que se cree empleo. Es cierto que tiene que haber trabajo para que la situación mejore, pero mientras tanto no podemos quedarnos de brazos cruzados. Los políticos deberían preocuparse por cuestiones como la renta mínima, canalizar las viviendas donde no vive nadie, hacer énfasis en la formación… Y hay otro tema que para el tercer sector de acción social es el relativo a los valores: saber ponerse en el lugar del otro, fomentar la solidaridad, la corresponsabilidad, la conciencia ética… Es lo que necesita esta sociedad, no sólo la clase política.
– La crisis, ¿ofrece la posibilidad de una transformación social en este sentido, o nos llevará a un entorno más individualista en el que cada uno luche por lo suyo?
– De esta crisis debemos aprender todos. Nosotros, el tercer sector, tenemos que aprender a comunicar mejor nuestros valores, gestionar de otra manera tanto fondos públicos como privados, generar alianzas, trabajar en red entre las distintas organizaciones. Así, saldremos fortalecidos. En cuanto a la ciudadanía, es cierto que hay un malestar general por la pobreza y por los engaños. Pero poco a poco van aumentando los voluntarios en las organizaciones, y eso es participación y compromiso. El valor de la solidaridad está ahí. Nosotros somos gente optimista y creemos que vamos hacia una sociedad más solidaria y más responsable para que algo como lo que ahora estamos sufriendo no vuelva a ocurrir.
– ¿No están cubriendo las ONG la prestación de unos servicios que deberían estar garantizados por un Estado Social?
– En teoría, sí. Pero hay cuestiones como procesos de autoestima, empleabilidad, itinerarios de inclusión en las que, aunque se han hecho muchas cosas por parte de ciertas administraciones, nosotros nos convertimos en un complemento.
– Hay quien rechaza ciertos voluntariados bajo el pretexto de que no quiere trabajar gratis para cubrir unos servicios que deberían garantizar las administraciones.
– Aquí hay dos cuestiones diferentes. Nosotros tenemos personas contratadas, profesionales, y también voluntarios. Necesitamos un país solidario, en el que la gente haga cosas por los demás. Y el voluntariado no es sólo social, también puede ser medioambiental, cultural…
«No se puede recortar más»
– ¿Considera que los poderes públicos tienen lo suficientemente en cuenta al tercer sector?
– Hay una especie de reconocimiento, de sensación de que lo hacemos bien, con calidad y calidez. Pero no se legisla. Aparte del voluntariado, tenemos que contratar gente para prestar servicios, hacer licitaciones, y competimos en ocasiones con el segundo sector (las empresas con ánimo de lucro). El problema es que, por ejemplo, nosotros aplicamos los convenios y el segundo sector no. Lo que queremos es que haya cláusulas sociales en la contratación pública, porque un trabajo de calidad no es sólo una cuestión económica. Una de nuestras mayores demandas es que se regule el sector, que al margen de la ley de asociaciones y la de subvenciones, haya una norma que regule el tercer sector de manera específica.
– Usted ya se ha reunido con Rajoy. ¿Qué le ha dicho sobre su política de austeridad y recortes?
– Que no se puede recortar más en políticas sociales y que se debe fomentar el diálogo civil.
– Si usted fuese Rajoy, ¿qué haría?
– Lo primero, escuchar lo que dice la sociedad, ponerme en el lugar del otro. Evidentemente, hay que hacer reajustes, pero hay gastos que se deberían respetar y ser más exigentes en otros. Hay que ver lo que se reduce en Sanidad, Educación y Servicios Sociales y lo que se recorta en Defensa o Administraciones Pública. Hay que reequilibrar.
– Ahora mismo, ¿cuáles son los colectivos más desprotegidos?
– Los menores y los mayores. Los primeros, por la carencia económica de los padres, algo que ya ha hecho que se aprecien incluso deficiencias a nivel de alimentación. Y los mayores están sufriendo mucho por los recortes en la ley de dependencia, por ejemplo en el aspecto de las ayudas a domicilio.