“Esto no va conmigo”
GEMMA ALTELL ALBAJES, PSICÓLOGA SOCIAL
Escuchamos constantemente en televisión y en otros medios de comunicación situaciones de necesidad; concretas, de personas o territorios, conflictos bélicos o pobreza extrema, violencias, catástrofes medioambientales, etc. Hablamos de escenarios como la actual situación política en Afganistán, el terremoto de Haití o también las inundaciones en diferentes puntos de España, así como la realidad cotidiana de las mujeres que sufren violencia de género, violencias sexuales o tantísimas situaciones que podríamos llegar a nombrar. A menudo pensamos -si es que llegamos a interpelarnos- “esto no va conmigo”, no puedo hacer nada; es a las Instituciones y a los Estados a quien les toca reaccionar y “hacer algo”.
En las últimas décadas ha ido en aumento la conciencia política colectiva acompañada de la reivindicación de la garantía de los Derechos Humanos. Contamos cada vez con más espacios de incidencia política, cada vez más plataformas activistas por diferentes causas y cada vez son más notorias las reivindicaciones en las calles. Sin duda es imprescindible poner la responsabilidad donde tiene que estar y promover un cambio social profundo como ya hemos apuntado en artículos anteriores. Sin embargo, la relevancia de la transformación política debería ir de la mano de la conexión humana, la empatía, el reconocimiento de que detrás de cada drama global hay nombres y apellidos que necesitan ser vistos y mirados ahora, en el presente. A esta mirada humana colectivamente hemos convenido en llamarlo u organizarlo como voluntariado.
Paralelo a este proceso de empoderamiento político han aumentado algunas críticas a este ejercicio del voluntariado como un elemento que puede sostener un sistema dañino que necesita de una revisión profunda. A mi modo de ver no es posible una transformación política profunda sin la acción concreta que refleja la capacidad humana de amar a nuestros iguales de forma desinteresada. Si realmente queremos y creemos que podemos construir un mundo donde la justicia y la garantía de derechos prevalezcan será imprescindible poner en el primer lugar de la priorización de acciones el tomar conciencia de la capacidad individual de ayuda. Esta será la forma de poner la vida en el centro en el nuevo modelo social.