Discursos de odio, el feminismo como antígeno

 En Opinión, PVE
GEMMA ALTELL ALBAJES, PSICÓLOGA SOCIAL

Los discursos de odio son una realidad en aumento. Especialmente en las redes sociales.

La virulencia de los mismos deja entrever que, ante un sistema que está en crisis y que debe ser repensado, los colectivos o personas más privilegiadas se resisten con gran violencia a este cambio global. Mucho ruido, pero son muy pocos quienes tienen que perder con el cambio. Parecería una evidencia que ante la decadencia del modelo capitalista tradicional -donde impera la ley del más fuerte- las soluciones deben pasar por pensar en estrategias comunes y horizontales como las que están promoviendo movimientos como la ecología o la economía social pero especialmente los feminismos; sin embargo las resistencias a la transformación presentan sus ataques, su odio, contra aquellos que están en posición de mayor vulnerabilidad.

Los discursos de odio están sostenidos desde dos miradas distintas: o bien, como comentaba al inicio, por las personas o grupos en posición de privilegio real, es decir, una minoría de la población, o bien las personas o colectivos que estando en posiciones de vulnerabilidad,  creen que otras más vulnerables son la fuente de sus dificultades. Es aquí donde el feminismo nos da herramientas para comprender y contrarrestar los discursos de odio.

La interseccionalidad -concepto imprescindible en el feminismo actual- pone el foco en identificar como cada una de nosotras y  nosotros estamos cruzados por el privilegio o la opresión en cada eje que nos cruza desde el punto de vista social como por ejemplo la preferencia sexual, nuestro origen étnico, la diversidad funcional, la clase social, la edad, etc. Entre muchos otros y, por supuesto, el género atravesando a todos ellos. Nadie es neutro. Atendiendo a esta mirada podemos ver el absurdo de los discursos de odio. Vilipendiar a alguien por ser inmigrante, homosexual, joven, etc. no puede tener recorrido. En realidad cualquier transformación social que no apele a una nueva construcción desde la diversidad y la integración no puede existir. ¿Porque? Pues porque ¿Quién está libre de opresiones? El capitalismo se ha escrito en base a un “sujeto” abstracto, uniforme y privilegiado. Pero estas y estos no somos, en su inmensa mayoría, quienes habitamos este planeta. Tendremos pues que reapropiarnos de la diversidad como fuente de conocimiento y cambio dejando de sostener o dar coartada a la minoría privilegiada.

 

Las opiniones vertidas en los artículos de opinión de El Periódico del Voluntariado corresponden a los autores y autoras de los textos.

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