Cáritas apela a la compasión para mejorar el mundo

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Los representantes de las Cáritas Diocesanas de todo el país que los días 28 y 29 de junio participaron en El Escorial en las sesiones de la LXXVII Asamblea General de la Confederación han lanzado un llamamiento a la ciudadanía, a las comunidades cristianas, a los sectores económicos y a los responsables políticos a “responder a la fatiga de la compasión poniendo en marcha nuestro compromiso para mejorar el mundo”.

En la Declaración final, los asambleístas invitan a escuchar la demanda que “nos exigen las personas que se quedan atrás para re-vincularnos y construir consensos dentro de un mosaico social de personas iguales y distintas, capaces de pensar en común alternativas justas y solidarias que hagan de la nuestra esa sociedad fraterna, libre y democrática donde todos seamos uno”.

Con esta apelación, finalizaban dos jornadas de intenso trabajo en el que, junto a las cuestiones estatutarias, los participantes pudieron profundizar en las constataciones del VIII Informe FOESSA e identificar los retos que esta investigación plantea para el trabajo de Cáritas en el corto y medio plazo. Una de las sesiones, además, se centró en analizar, a la luz del Informe, los desafíos que se plantean para la mujer en la Iglesia de hoy, en los distintos niveles territoriales de Cáritas.

Tras la sesión inaugural —presidida por monseñor Jesús Fernández, obispo auxiliar de Santiago de Compostela y responsable de Cáritas en el seno de la Comisión de Pastoral Social (CEPS), y Manuel Bretón, presidente de Cáritas Española—, Natalia Peiro, secretaria general, presentó a la Asamblea el preceptivo informe anual de actividad.

Monseñor Fernández invita a la participación juvenil

En el mensaje que monseñor Jesús Fernández dirigió a los asambleístas en nombre de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, el prelado abordó el reto que supone “la falta de relevo generacional”, un problema que “nos urge a intentar descubrir aquellas claves que nos permitan impulsar el voluntariado juvenil en nuestro ámbito de acción”.

A partir del pasaje evangélico de la multiplicación de los panes y los peces, y apoyándose en la figura de la figura del joven que entre aquella multitud hambrienta tenía cinco panes y dos peces, monseñor Fernández se refirió a “los talentos juveniles” para identificar “los retos que se les presentan a los jóvenes y que frenan su compromiso, y apuntar algunas posibles pistas de cara a la acción.

Entre algunos de los “panes” que pueden aportar los jóvenes, el obispo señaló, primero, la sensibilidad, su “inclinación a la solidaridad y a la ayuda sin reparar demasiado en los costes”. En segundo lugar, el entusiasmo. Tercero, la “disponibilidad para el cambio, capacidad de volver a levantarse después de cualquier fracaso y de dejarse enseñar por la vida”. Cuarto, “el pan de la amistad”. Y, por último el “pan del sentido, enriquecido por las múltiples posibilidades que despliega, sobre todo en el campo físico y deportivo, en el artístico, en el intelectual y hasta en el vocacional”.

A pesar de esta nutrida mochila, monseñor Fernández señaló los tres desafíos a los que se enfrentan los jóvenes: la desconfianza, la falta de compromiso y la increencia. “Todos estos desafíos y dificultades que afectan a los jóvenes, no pueden dejarnos indiferentes”, alertó.

Y como respuesta a estos problemas, el obispo auxiliar de Santiago de Compostela propuso tres retos: “poner los cimientos de una educación en la solidaridad”; “crear ámbitos de voluntariado con apoyos puntuales a determinadas causas o experiencias novedosas, cercanas y no excesivamente traumáticas como puede ser el acompañamiento a personas mayores y que viven solas”; y “anunciar el evangelio del amor del Dios Trinidad para que la presencia de tantos desafíos no sea interpretada por el joven como un olvido de Dios ni como una prueba”.

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