¿Y si para cambiar las ideas cambiásemos el lenguaje?

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Imagen: Shawn Econo (flickr, cc2.0)

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“¿Y si para cambiar las ideas cambiásemos el lenguaje?”. Esa es la pregunta que lanzó una vez el periodista Jesús Barcos. Él es especialista en tratamiento informativo.

Muchas organizaciones se lo han planteado y han elaborado guías para proponer otro lenguaje, otras palabras referidas a la pobreza, a las niñas y niños que tratan de superar el maltrato de sus familias, a las personas con una orientación o una identidad sexual que mucha gente no acepta.

Son manuales que han reflexionado sobre el exceso de eufemismos y las palabras con connotaciones más peyorativas, buscando muchas veces palabras e imágenes más positivas sobre los colectivos, que reflejen su dignidad y situaciones de injusticia.

Una de las batallas más difíciles es la de la lucha contra el lenguaje sexista. Hacia quienes se rebelan contra este nuevo esfuerzo por buscar otras palabras, Xavier Agulló suele se responder que “el lenguaje en sí mismo no es sexista, lo es el uso que de él hacemos”.

“Desaparece los clientes, los proveedores, los trabajadores, los ciudadanos, los voluntarios… Pero tenemos la suerte de que hay otras palabras que no nos van a abandonar: la clientela, el aprovisionamiento, el personal, la ciudadanía o el voluntariado”.

“Las palabras no brotan por casualidad -escribe por su parte Jesús Barcos-. El lenguaje retrata la escala de valores e ideologías de quien emite. Por eso, prestarle atención es un primer paso para tratar de vacunarse ante la manipulación y el autoritarismo, pero también una forma posible de trabajar por la convivencia, el progreso y el conocimiento social”.

Algunas pistas

Hay un portal en internet llamado Ekoos que ha realizado el esfuerzo de recopilar todos los trabajos en los que se trata de recomendar cómo tratar el dolor, hablar de manera menos sexista o publicar noticias más equilibradas sobre las personas que migran.

Algunas ideas que estas guías ofrecen son:

  • Al referirse a cualquier persona de un colectivo excluido, hay que procurar evitar reducir su identidad a esa exclusión. En lugar de “es un sin techo” o “un discapacitado”, podemos hablar de “una persona sin hogar” o “una persona con una discapacidad”.
  • En las noticias, no se tiene por qué precisar la nacionalidad de la persona si ésta no es un dato fundamental para comprender la información.
  • Para evitar el lenguaje sexista, podemos usar genéricos como “voluntariado” en lugar de “voluntarios” o pronombres como “quien lee esta guía” en lugar de “los lectores de esta guía”.
  • Para hablar de personas con una enfermedad, es preferible evitar términos como “infectado” o “víctima”. Podemos utilizar “persona que vive con el VIH”, por ejemplo.

Abocetando una guía de estilo sobre voluntariado

Hace un tiempo que nos venimos preguntando si podríamos lanzar algunas recomendaciones para que, las personas que publican información u opinión, los medios de masas y también los más pequeños, lo hagan con otras palabras. Palabras que huyan del excesivo sentimentalismo, de rodear al voluntariado de heroicismo y situarlo a la altura de cualquier persona y que sitúen a la acción voluntaria en el cotidiano campo de batalla contra injusticias, no en un pasaje de exostismo anecdótico.

Por supuesto, éste es un trabajo que no sólo irá destinado a periodistas, sino también a las propias ONG, al voluntariado y a cualquiera que participe en el discurso público sobre el voluntariado.

Tras leer con atención las noticias publicadas durante varios meses, tenemos una pequeña propuesta abocetada que queremos editar y mejorar con vuestras aportaciones. Para recogerlas, una página wiki (es decir, de muy fácil edición) y un formulario con preguntas para recoger ideas.

Si tienes interés, ya puedes participar: http://pvoluntariado.wikispaces.com.

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