VOLPLUS+: el programa que certifica el aprendizaje de tu voluntariado
Por Mauricio H. Cervantes
Cada persona voluntaria tiene experiencias distintas que se transforman en aprendizajes invaluables. La Plataforma del Voluntariado de España cuenta con un programa pionero que puede certificar todas esas capacidades adquiridas por quienes dedican su vida a tenderle la mano a alguien más. ¿Sabes que existe un programa que certifica las competencias transversales que estás obteniendo y desarrollando cuando haces voluntario?
Eso es exactamente Vol+ (VOLPLUS), un programa pionero de la Plataforma del Voluntariado de España que visibiliza todas esas habilidades y destrezas que has ido adquiriendo durante la experiencia de ayudar a otras personas.
¿Cuál es su objetivo? Son varios, pero, sin duda, uno de ellos es mejorar la empleabilidad de quienes se han dedicado a cosechar los frutos de su voluntariado.
Esta certificación se obtiene mediante un proceso que implica mucha reflexión y compromiso, tanto de la persona voluntaria como de la tutora que lo evalúa y lo guía. Se trata de un trabajo conjunto entre ambas partes en el que se descubren, redescubren, y se reafirman características como la resolución de problemas, las capacidades para liderar un equipo, o, tal vez, la fortaleza interior de la que has echado mano tantas veces mientras dabas lo mejor de ti tendiéndole la mano a alguien más.
Vol+ certifica las competencias que has desarrollado a través del voluntariado.
¿Pero cómo es ese proceso, cuánto dura, etcétera? El tiempo para la certificación es de entre mes y medio y tres meses (cada caso es distinto, y los tiempos de duración son flexibles, pero suelen estar en ese rango). Ahora bien, ¿Quiénes pueden comenzar el proceso? Eso lo determina cada entidad siguiendo los criterios del programa, pero uno de los requisitos indispensables es llevar como mínimo un año, así como haber cumplido con 30 horas de servicio.
¿Cómo funciona Vol+?
Si eres una entidad de voluntariado, Vol+ te acompañará en la implantación del proyecto entre las personas voluntarias. Si eres una empresa, este programa fomentará el voluntariado entre las personas empleadas y las formará como tutoras bajo una metodología y criterios propios. Y, finalmente, si eres una persona voluntaria, tendrás la formación necesaria y el acompañamiento durante el proceso de certificación.
¿Cuáles son sus objetivos?
Esencialmente son tres. Uno de ellos es mejorar la empleabilidad de las personas voluntarias ante un proceso de inserción laboral o cuando buscan un puesto nuevo. Al respecto, Maida Pieper, técnica de proyectos de la PVE y actual gestora del programa, cuenta que el 80% de las personas que han participado del programa valoran positivamente la utilidad de la experiencia voluntaria y del certificado VOL+ en los procesos de acceso al empleo.
Igualmente, importantes son los otros dos objetivos: reconocer la incidencia del voluntariado en el desarrollo de competencias, y visibilizar que dentro del voluntariado se promueve el aprendizaje.
Precisamente respecto al último punto, Pieper sostiene que no es un proceso simple. Para ella es indispensable tener una altísima motivación y un marcado sentido del compromiso. Porque la persona voluntaria que entra al programa es alguien que busca ser consciente de todo lo que ha ido aprendiendo día a día. “Se necesita mucha apertura para poder comprender que no sólo estás dando, sino que también estás aprendiendo”. Además, añade “a veces hay quien necesita que le echen una mano para poder ver y valorar todo ese aprendizaje”.
“¿Qué he aprendido?”, la pregunta clave.
Si algo tenemos claro es que quienes ejercen la solidaridad buscan cambiar el mundo. No obstante, lo interesante aquí es que quienes hacen voluntariado, al mismo tiempo que realizan su labor están cambiando internamente.
Por ejemplo, hablando de comunicación interpersonal (una de las competencias que certifica este programa), cuando una persona voluntaria ha estado en contacto directo con una persona con un alto grado de vulnerabilidad o en riesgo de exclusión social, podría preguntarse “¿qué es lo que he aprendido de la manera en la que he adecuado el lenguaje y mi forma de expresión para comunicarme con esta persona?” Muchas respuestas podrían salir ante esta interrogante, pero sin duda hablaríamos de empatía, de mejoras en la comunicación interpersonal, de solidaridad… Y eso es precisamente lo que este programa busca: destacar que quienes hacen voluntariado aprenden y desarrollan capacidades clave.
Al respecto, Pieper, que considera que “cada persona es un mundo”, agrega algo indispensable: “cuando nos comunicamos con personas de nuestro mismo entorno, es probable que el diálogo pueda fluir con mayor facilidad. Pero cuando estamos con alguien que no ha tenido las mismas oportunidades, vivencias o que se encuentra en una situación económica y social de alta fragilidad, hay que adaptar las formas. Hay que ponerse a prueba. Estas capacidades son algo que se adquiere estando en contacto con estas experiencias. Tal vez en la facultad explican los axiomas de la comunicación, la teoría, pero las vivencias complementan y también son parte del aprendizaje”.
Además, sostiene que muchas de las personas que han vivido este proceso han enriquecido mucho su percepción sobre sí mismas, han elevado su nivel de pertenencia a la entidad, y muchas otras han aprendido a valorar su perfil competencial.
El aprendizaje es transversal
Todo lo que ha podido aprender una persona al ejercer una tarea voluntaria no sólo vale para mejorar su situación laboral. También es importante que sepa que le sirve a ella misma. Es cierto que la flexibilidad y la innovación, así como la resolución de problemas y las competencias sobre el liderazgo, suelen ser características muy valoradas en el mundo corporativo, pero eso no lo es todo, también te sirven para conocerte, para ponerlo en práctica en tu día a día.
“Los comentarios y las opiniones de quienes han dado este paso y han culminado con el proceso son sumamente reconfortantes para quienes hacemos que esto sea posible, porque al final de todo, lo más importante es que la persona voluntaria sea consciente de que su servicio no sólo se trata de dar, sino que también es parte de un muy importante proceso de aprendizaje y de crecimiento personal”.
Tutoría y evaluación
El rol de la persona tutora es clave durante el proceso. Orientará a la persona durante cada uno de los pasos. Y también es quien, dependiendo de las exigencias y expectativas de la persona voluntaria, la llevará hacia un camino determinado.
Las personas tutoras son quienes evalúan los aprendizajes y orientan a las personas voluntarias. Son profesionales con muchos años de experiencia en gestión por competencias, recursos humanos, evaluación, orientación sociolaboral, entre otras.
Saben llevar entrevistas, acompañar a las personas cuando están bloqueadas, y guiar a las personas voluntarias en distintas situaciones de tensión, como bloqueos, conflicto y estrés.
Por ejemplo, si alguien está en busca de su primer empleo, o quiere reinsertarse en el mercado laboral, es esta persona tutora quien, además de evaluarla, la guiará para poner en valor en los procesos de acceso al empleo, las capacidades desarrolladas en el voluntariado. La persona tutora orientará al voluntario o voluntaria en base a su perfil y expectativas.
También, las personas tutoras pueden ser un catalizador que en determinadas situaciones son capaces de transformar un conflicto en una oportunidad para el diálogo. Y es justamente, así como la experiencia se puede transformar en aprendizaje.
Pero ¿Quiénes son?
Son personas pertenecientes a empresas o a entidades y/o profesionales independientes. No tienen vinculación previa con la persona voluntaria ni con la entidad donde hizo voluntariado
¿Por qué es esto importante esto? Según explica Maida Pieper, la imparcialidad es una de las características distintivas del programa y “se debe de evitar, a toda costa, cualquier conflicto de intereses”.
La participación de las empresas es clave en este proceso, y muy beneficioso para ellas, ya que es una buena oportunidad de ofrecer un voluntariado de gran valor a su plantilla, aumentar la percepción positiva de la empresa hacia la sociedad en general, y por tanto su reputación y contribuye al cambio social, al cumplimiento de la Agenda 2030 y los ODS.
Por otra parte, respecto a la evaluación, hay tres niveles: bajo, intermedio y avanzado. Cada uno de ellos corresponde al nivel de exposición de quien hace el voluntariado ante el contexto en el que brinda su ayuda. Imaginemos a una persona que durante un año ha estado acompañando y atendiendo, tres horas a la semana, a personas sin hogar o en una situación de fragilidad social extrema. En este caso, ella podría obtener, por lo menos, un nivel intermedio. ¿Por qué es así? Pues porque cuando alguien se expone por primera vez no reacciona igual que cuando ya lleva muchos meses o un año enfrentándose a esa situación de forma sostenida. Sin duda, hablamos entonces de aprendizaje, del desarrollo de muchas habilidades comunicativas, personales, etcétera.
Experiencia
Desde 2014 hasta enero de este 2021 ya son 291 personas las que han participado en este programa. De ellas 153 lo han concluido. Pero estos datos no son malas noticias; todo lo contrario. El programa requiere de esfuerzo y compromiso, y si se tiene un imprevisto o no se puede continuar con el proceso, se puede parar y retomarlo más adelante. El proceso siempre estará centrado en la persona.
Desde todos los puntos de vista, Vol+ es un programa muy beneficioso, tanto para personas voluntarias, como para entidades y para empresas, que pueden aportar personas en el rol de tutoras. Es un programa que contribuye a cuidar el mundo.