«La heteronormatividad no soporta lo diverso»

Por Laura Montalvo

AMPGYL, la Asociación de Madres y Padres de LGTBIQ + lucha por erradicar la intolerancia por género. Ese rechazo que se siente cuando una niña no es femenina o un niño lo es demasiado. Es la sensación de perplejidad que produce ver a un adolescente fluyendo en el género, al que no puedes etiquetar como chico o chica. 

Inés Miguelañez es voluntaria e integrante de la junta directiva de AMPGYL entidad, a la que llegó hace más de veinte años cuando su hijo le dijo, «mamá, soy gay”.

¿Cómo fue aquello? 

 Mi hijo estaba en la universidad cuando me confesó que era gay. Yo sabía que era diferente, pero eso no me importaba, solo quería que fuese feliz. Lo tomé bien; no fue ningún shock. Creo que le solté algo así como “ya era hora de que me lo dijeras”. Tengo otra hija, hetero, y en casa todos jugaban juntos a todo. Pero quería saber más del colectivo, así que entré en AMPGYL en Donosti, donde vivimos. 

 ¿Y qué le aportó la asociación? 

Nadie me había enseñado nada sobre la diversidad en las familias, y descubrí que, a pesar de la aceptación, mi hijo sentía como que yo no me enteraba, que no teníamos el mismo lenguaje. estar aquí me brindó la oportunidad de hacer un trabajo interior muy serio, Volver atrás en la vida de mi hijo y asumir cosas a las que no había dado importancia. Por ejemplo, no le gustaba el fútbol, y yo no le apuntaba, pero desconocía que eso le suponía un rechazo por parte de otros niños que le excluían. Descubrí que sufría. Descubrí señales que en esos años no había captado, y aprendí que damos por bueno lo que nos han enseñado: si tienes vulva eres niña y si tienes pene eres niño. Pero la realidad es otra. 

 ¿Y esa realidad es la que ayuda a afrontar la asociación a otros padres y madres? Sí. Somos madres y padres voluntarios. Hacemos una labor de acompañamiento a otras familias que lo están pasando mal y se sienten identificadas con personas que han pasado por lo mismo. La mayoría, al conocer la noticia, no saben a dónde acudir. Te sientes perdido. La asociación me dio herramientas para crecer como persona, para abrir la mente y comprender mejor por lo que pasaba mi hijo. Aquí compartimos experiencias para ayudar a nuestros hijos, hijas e hijes a sentirse bien. Porque sigue habiendo en esta sociedad una gran intolerancia por género.  

 Se trata de que padres y madres les acepten o de ayudarles a auto aceptarse  

Estas criaturas tienen que hacer un esfuerzo tremendo para salir de “su armario”, porque se han sentido diferentes toda la vida sin saber por qué, y tienen que asumirlo. Tenemos que ayudarles a desarrollar su autoestima, y hacerles ver que, sean como sean, amen a quien amen los vamos a querer igual. La primera preocupación de las madres y los padres es que no sufran, que no sean discriminados. Porque las personas LGTBI pertenecen a una minoría social que no tiene los mismos derechos. Y no sabes qué hacer. 

¿Y qué se puede hacer? 

Una cosa que sí podemos hacer las familias es no adelantarnos. Debemos dejarles que se desarrollen. Porque si un hijo nos dice que se siente niña, lo aceptamos y esperamos. Hay que darles margen, porque es posible que según crezca y se desarrolle esa criatura sea trans. También es posible que no, que simplemente esté fluyendo. Lo que sí he aprendido es que se puede ser hombre o mujer de muchas maneras. 

Queremos protegerles en todo momento, pero hay que dejarles crecer y el género no debe ser un obstáculo. Lo importante es facilitarles un entorno seguro donde crecer, sin juicios.  

 Porque en pleno siglo XXI sigue existiendo el bullying por esta razón 

Es la intolerancia por género. En vez de dejar libremente que cada persona se exprese les obligamos a encajar en la norma. Y eso pasa desde la infancia: la chica a la que no le gustan los vestidos y viste pantalones es un chicazo y al chico que le gusta el rosa le llaman nena. Les discriminan por no cumplir los mandatos de género tradicionales. Hay muchas personas que han sufrido ese rechazo en su infancia o juventud y hoy son heteros, pero han sufrido la intolerancia por género, por su imagen, por no encajar. La heteronormatividad no soporta lo diverso, aún están los vigilantes del género en esta sociedad, siempre preparado para atacar lo que es diferente. 

 En el caso de jóvenes o personas adultas, quizás sea más fácil que identifiquen lo que les pasa, pero ¿y los niños y las niñas? 

 Esa es la reflexión que tenemos que hacer los padres y madres ¿Cuál es la razón de que una niña con cinco años llegue un día a casa y diga que es un niño? La única razón posible es que nosotros, padres y madres heteros, hemos inculcado y transmitido un modelo binario. Hay dos cajones, al de niños van quienes tienen pene y al de niñas quienes tienen vulva.  En el momento que no encajan ya van a ser víctimas y objeto de insultos y rechazo. Debemos dejar a las criaturas que se representen como quieran, no ser intolerantes. 

¿Cómo valora la prevención contra la LGTBIfobia en las escuelas? 

De entrada, hace falta mayor formación entre los profesionales de la Educación para prevenir esas situaciones de acoso y rechazo al colectivo LGTBI. La comunidad educativa está empezando a trabajar estos temas, con cursos o charlas. Pero esta cuestión debe ser curricular, tiene que trabajarse la diversidad desde todos los cursos. Todas las personas somos diversas y todas cabemos en esta sociedad. Eso se tiene que aprender desde la infancia.  

 Aún hay que concienciar acerca de que las personas LGTBI no tienen un problema, el problema está en quien las rechaza 

Efectivamente. Está la mirada de rechazo de los demás. Los genitales solo definen qué tipo de cuerpo biológico tenemos. Pero una persona debe poder ser quien sienta ser, Tener la orientación que sienta. Muchas de las situaciones negativas llegan porque damos por hecho que todo el mundo es hetero y cuando alguien no lo es se expone al rechazo.  

Eso debe doler como madre… 

Mucho, Pero hoy me siento privilegiada por tener un hijo gay, por todo lo que he aprendido gracias a él., Siento que tengo el deber de transmitirlo a otras familias. Porque ya no se trata de que haya leyes, sino de poder aplicarlas, y para ello debe haber una ciudadanía concienciada sobre este tema. El fin es que nadie tenga que sufrir por su orientación sexual ni por su identidad de género. 

 ¿Qué consecuencias puede tener para un chico o chica que los padres rechacen su homosexualidad? 

Sentirse rechazado es tremendo, y más por tu familia.  A veces nos llegan jóvenes para contarnos su caso, y hacemos talleres, trabajamos con ellos para ayudarles a llevar su situación. Y tratamos de acercarnos a sus familias, pero no podemos obligarlas a venir. Una vez que tus padres te niegan es un dolor inmenso, y cada persona lo lleva de una manera. Afortunadamente están las asociaciones LGTBI, que hacen un gran trabajo. 

 Una situación incómoda, y más aún por ejemplo en el confinamiento 

Exacto. Es una situación que han vivido muchas familias durante esta pandemia. Ha habido jóvenes que han estado confinados con sus familias sin haberles dicho que son LGTBI, o que se lo habían dicho, pero no les aceptaban y se prohibía hablar del tema. Estos jóvenes han estado reprimiéndose y sufriendo mucho, algunos incluso tuvieron que irse de casa. Y en otras familias han reaccionado bien, han trabajado la situación. Cada familia tiene su recorrido. 

 ¿Cómo se ha adaptado el trabajo de la asociación durante la pandemia, sin presencialidad? 

Hemos pasado de la acogida presencial, de los abrazos, a las actividades online. Y se han vivido momentos tan especiales que hemos logrado traspasar la pantalla. Conseguimos crear grupos para tener encuentros online y seguir haciendo talleres y labores de acompañamiento que funcionan muy bien. Hablamos con el corazón en la mano, las familias veteranas cuentan sus experiencias y sirven de mucho a quienes llegan con toda la incertidumbre. Creamos diálogos en espacios seguros.  Nos emocionamos, lloramos, reímos y nos olvidamos de que nos separa una pantalla. 

 ¿Han evolucionado las familias en ese sentido? ¿Hay menos rechazo? 

Seguimos trabajando en mejorar la aceptación, y está claro que las cosas han cambiado mucho en los últimos años, pero nuestro trabajo sigue siendo el mismo. Hay muchas familias que no disponen de las herramientas para poder acompañar desde el diálogo. Incluso hay familias que una vez se enteran, acuerdan no volver a hablar del tema. Aún existe el rechazo en la familia, por eso asociaciones como AMPGYL son necesarias. Algo está cambiando, pero eso no significa, ni de lejos, que nuestro trabajo haya acabado.

 

 

 

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