Por Talía Estévez
¿Por qué eres voluntario, Andrés?
Fue gracias a mi hijo, él se fue a hacer un voluntariado a Argentina. Allí ayudó en la reconstrucción de una escuela y además daba clases a niños. Esto me abrió la ventana y me animó a hacer un voluntariado a mí también.
¿Y por qué discapacidad intelectual?
Yo estudié magisterio antes de entrar en el ejército y me especialicé en discapacidad intelectual. Creo que son los grandes desconocidos de la sociedad, hay otras discapacidades como lo funcional o la ceguera, que se ve por la calle; pero la intelectual sigue estando muy escondida en las casas y creo que es un ámbito que te invita a implicarte de lleno
¿La percepción de la discapacidad ha cambiado mucho desde que tú estudiaste? ¿Cómo has recibido esta evolución?
Cuando empecé mi voluntariado, estaba súper desfasado. Cuando yo estudié en los 80 el tratamiento a las personas con discapacidad era muy diferente, antes se les escondía, se les apartaba de la sociedad. Ahora esto ya no es así, es por ello que he asistido a charlas y he hecho un montón de cursos para hacerlo lo mejor posible.
¿Cómo crees que afronta la discapacidad nuestra sociedad?
Sigue habiendo un cierto tabú, existe un desconocimiento muy grande de la discapacidad intelectual. Se les percibe como raros, como si tuvieran una tara. Es evidente que este concepto necesita modificarse y poco a poco estamos haciéndolo. No creo que sea rechazo como tal, pero sí que considero que en general la sociedad no sabe cómo tratar a una persona con discapacidad intelectual.
La gente ve que haces voluntariado y te tratan como un santo; es un error yo simplemente soy una persona dispuesta. Si fuéramos todos así lograríamos mejorar mucho la aceptación.
Háblanos de tu voluntariado… ¿en qué consiste?
La mayor parte de mi voluntariado consiste en asistir a actividades estraescolares, entre ellas está deporte. Con estas actividades tratamos de que trabaja colaborativamente, que hagan ejercicio y entrenen su psicomotricidad. También participo en el ocio; en ellas preparamos actividades de distintos tipos, desde ir de paseo, organizar karaokes o ir a la bolera. Esto es buenísimo para ellos pero también a nivel social, es necesario y muy positivo que la sociedad sea testigo de qué es la discapacidad intelectual.
Además de Antares, también soy voluntario en la Fundación del Atlético de Madrid. Es un voluntariado muy diferente, vamos a hospitales y allí participamos en actividades culturales, es un voluntariado muy emotivo que me gusta, pero estoy muy centrado en la discapacidad intelectual, es lo que más me llena.
En Antares, que forma parte de la Confederación Autismo España, las familias son muy importantes… ¿cómo viven las familias la discapacidad intelectual en su seno?
Tener un hijo con discapacidad es una condena de por vida, es un trabajo, lucha y esfuerzo muy duro y además es que las familias en esta situación están muy muy olvidadas. Los voluntarios convivimos durante dos horas con la discapacidad, las 22 restantes del día están con la familia y la carga es muy grande. Por eso en la asociación tratan de servir de desahogo y cuentan con el programa de respiro familiar, que permite algo de libertad a los padres y cuidadores. Les da un tiempo para ellos, ya sea ir a la peluquería, echar la quiniela o sentarse en un parque. Es un tiempo de descanso que no tiene precio.
Como voluntario he recibido muchas palabras de agradecimiento por parte de las familias; y yo al reflexionar sobre este asunto y me doy cuenta de que somos nosotros los que tenemos que agradecerles por permitirnos convivir con sus hijos ese ratito semanal que tanto nos aporta.
Hay muchas personas que creen que el voluntariado debería de reconocerse para el curriculum labora, ¿cómo lo ves?
Es evidente que el voluntariado te aporta cosas muy buenas, pero no creo que deba hacerse para recibir un reconocimiento de la sociedad, tiene que hacerse porque se quiere.
Para ti es una forma de vida el voluntariado…
Totalmente. En un principio me avergonzaba un poco de decir que era voluntario, pensaba que la gente me iba a considerar altivo, o creerme mejor persona que los demás. Con el tiempo me he dado cuenta de que este pensamiento es absurdo. Ahora soy el voluntario más orgulloso del mundo y trato de transmitir esta llamita del voluntariado en todas partes ya sea en el Facebook, el Whatsapp o en una reunión de amigos. Lo importante es transmitir que lo que recibes es muchísimo más grande que lo que puedas aportar como voluntario.