José Santiago Muñoz, técnico del área de voluntariado en la Fundación Secretariado Gitano

“El voluntariado es una oportunidad de oro para luchar contra el antigitanismo”

El 8 de abril se celebra el Día Internacional del Pueblo Gitano. Una celebración marcada este año por el 50º aniversario del primer Congreso Mundial Gitano (Londres), en el que se adoptaron los símbolos propios del Pueblo Gitano: la bandera azul y verde con una rueda roja, y el himno Gelem, Gelem.

Una historia de resistencia marcada por las persecuciones, el rechazo y la discriminación, pero también por gitanos y gitanas que han contribuido desde distintos ámbitos al desarrollo cultural, artístico, social y económico de nuestro país.

 En Entrevistas, PVE
José Santiago Muñoz, voluntario
Por Mauricio H. Cervantes

Como José. Es gitano. Se considera gitano, y eso es algo que lleva con mucho orgullo. No obstante, considera que es un momento inmejorable para romper los estereotipos que rodean a las personas gitanas. Por ejemplo, a él le gusta mucho la música. En específico, la americana (el rythm and blues, el soul, el góspel…). Al flamenco lo respeta, pero no es su predilección.

José Santiago (Almería, 1992) es voluntario desde los 16 años y lleva tres en la Fundación Secretariado Gitano, está comprometido con la integración social y la escolarización del mayor número de jóvenes. Nos cuenta cuáles son los retos que siguen vigentes para su comunidad. Además, es optimista y confiesa que las nuevas generaciones “definitivamente, vivirán en un entorno con mucho menos antigitanismo”.

Hablemos de discriminación, de prejuicios y de tópicos sobre el pueblo gitano.

Lo primero, nunca voy a dar bombo a la idea negativa que se tiene sobre la comunidad gitana. Yo hablo de nosotros, los gitanos, como un grupo heterogéneo: uno en el que las personas tenemos distintos intereses, distintos niveles económicos, distintas realidades, etcétera.

El problema es que muchos medios de comunicación, en la televisión, la multimedia y la prensa escrita, han creado una imagen de la comunidad gitana que no representa a todas las personas. Esto conlleva a que se generalice la idea de cómo es, y cómo debe de ser, una persona gitana. Y, por supuesto, los tópicos se lleven al extremo, como que todos los gitanos cantamos y bailamos flamenco perfectamente, y eso no es así. Eso sucede, muchas veces, por el desconocimiento. Eso sí que es real. Yo, como técnico en voluntariado, considero que esta es una oportunidad de oro para crear incidencia, para hacer que personas que no conocen a la comunidad gitana se acerquen y dejen atrás sus prejuicios.

Entonces, ¿el voluntariado es clave para la lucha contra el antigitanismo?

¡Claro! Como te decía antes, el voluntariado nos da la oportunidad de conocer de primera mano a los grupos más vulnerables, y considero que no hay mejor forma de luchar contra la discriminación que esa. Imagínate que a la gente que tiene prejuicios contra las personas gitanas estuviese en un aula para conocer cómo es la lucha, día a día, de estas personas. Tal vez, así se podrían dar cuenta de que no son tan diferentes de ti o de mí, que simplemente son personas con falta de recursos, pero que siguen luchando. El voluntariado también te da la oportunidad de analizarte internamente, de evaluarte, de ver cómo eres realmente por dentro. Te pone a examen frente a los demás, pero lo más importante es que te muestra también cómo eres tú.

La brecha de la desigualdad aún es muy grande, y se acentúa en el acceso a la educación.      

Ese es un problema muy profundo. Es muy complejo. Para nosotros, la desigualdad viene desde la escolarización. Por ejemplo, la generación de mis padres, y otras mayores, no tuvieron la oportunidad de ir a escuelas normalizadas. Yo, cuando estaba en el bachillerato, no conocía a ningún gitano en mi barrio o en mi familia que hubiese ido a la universidad. Me preguntaba ¿seré el primero en llegar más lejos de lo que soy capaz de conocer y ver a mi alrededor? Esto que te cuento hay que trabajarlo mucho, porque, por desgracia, aún hay dificultades de acceso a ciertos trabajos para las personas de origen gitano. También hay que tomar en cuenta que el ascenso en el proceso de escolarización es mucho más difícil: hay que seguir cierto ritmo, tener recursos para comprar libros y materiales, además de tiempo y de un entorno apto para seguir estudiando y avanzando, etcétera. Desafortunadamente, aún hay muchas trabas.

¿Cómo hacer frente a ese problema?

Necesitamos el apoyo desde los poderes públicos. Es necesario que sean conscientes de que no todo el mundo tiene las mismas circunstancias ni comienza desde el mismo punto de partida. Que es eso, precisamente, lo que define muchos futuros.

Yo no podía pedirle a mis padres que me ayudaran con los deberes, porque ellos no tienen un nivel educativo para eso. Por otra parte, hay otras personas que sí que pueden pagarse clases particulares, o pedirle ayuda a sus padres porque éstos puede que tengan un nivel de escolarización que se los permite.

¿Cómo se hace frente a esto? Pues luchando contra las dificultades de partida e interviniendo con políticas activas. Por ejemplo, el programa ‘Promociona’ (un programa de la Fundación Secretariado Gitano en el que los voluntarios le ayudan a estudiantes gitanos para que terminen la ESO con éxito y continúen estudiando). No sólo hace falta tener buena voluntad para resolver los problemas. Desde los poderes públicos se deben tomar acciones, es necesario que sean conscientes de las grandes diferencias que tienen muchos niños y niñas desde que comienzan en la escuela. Hay que hacer visibles esas diferencias, y pedirle a los políticos que pongan en marcha políticas activas de empleo. En eso consiste, básicamente, el programa ‘Pan para mañana’ de Secretariado Gitano.

El 8 de abril es un día para celebrar la identidad gitana, pero ¿Qué pasa el resto del año?

Los gitanos hemos conseguido mucho; no sólo a nivel legal. También, a nivel estructural y social. En la Fundación Secretariado Gitano trabajamos los 365 días del año para mejorar las condiciones de vida de las personas gitanas.

Creo que el 8 de abril es un momento para visibilizar nuestro trabajo, y todo lo que se ha conseguido desde aquella reunión, hace 50 años, en la que gitanos de todo el mundo, con problemáticas muy similares, dijeron “oye, esta es nuestra situación, este es nuestro idioma, que, por cierto, en España desgraciadamente nos lo quitaron, tenemos que hacer piña y algo para mejorar nuestra situación”. Tenemos que luchar para que las circunstancias de partida en la vida para una persona que es gitana y para una que no lo es sean las mismas. O lo menos distinto posible. Y claro que hay que celebrar nuestra bandera, nuestro idioma y a nuestra gente.

Otra cosa también importante para destacar es el reconocimiento a las víctimas del antigitanismo. Me refiero al Holocausto, a la persecución que ha habido desde siempre. Considero que este día es un buen momento para reconocer a aquellos que ya no están por culpa de la discriminación. Desde esta organización honramos a los mayores que son nuestra guía y una figura de respeto. Más, con con lo que ha sucedido durante la pandemia; ellos merecen que honremos su memoria. Y eso no es algo de un día, para eso trabajamos todo el año.

El desarrollo personal y laboral frente a la tradición. ¿Están peleadas la integración social y la tradición?

No. Yo soy gitano, y tengo costumbres reales, no las que nos atribuyen otras personas. Eso no me impide haber ido a la universidad, salir de mi ciudad, no me impide muchas cosas. La ‘gitanidad’ no esta reñida con las decisiones que tome una persona en la vida. Los gitanos españoles somos ciudadanos españoles, con una identidad cultural que es completamente compatible con la de cualquier otro miembro de la sociedad. Hay gitanos con todo tipo de empleos, con todo tipo de niveles educativos, de gustos, de modelos familiares, etcétera, y por eso no son ni mas ni menos gitanos. El tópico es que ‘los gitanos’ somos un grupo endogámico, pero eso no es así. Hay tantas personas gitanas tan distintas, con necesidades diferentes que decir “los gitanos somos así” resulta en un error enorme. Nadie es menos gitano por sus gustos, ni por sus decisiones personales.

Creer que todos los gitanos somos iguales es tan ridículo como decir “todos los españoles somos iguales”. Hay que tomar en cuenta que uno de los valores gitanos primordiales es el respeto. Nos respetamos sea cual sea nuestra forma de vida. Si hemos sido perseguidos durante tanto tiempo, no nos vamos a perseguir ahora entre nosotros.

Sin embargo, sí que hay tópicos al respecto y discriminación.

Sí. Por desgracia sí que los hay. Lo que intentamos con nuestro trabajo es que se reduzcan las diferencias entre nosotros, y que las nuevas generaciones puedan escolarizarse más para que de esa manera puedan tener mejores puestos de trabajo. Y así un día mirar hacia el pasado y ver que nuestras diferencias y estigmas se han ido diluyendo y terminando. Los gitanos tenemos los mismos derechos pero la realidad nos muestra que no todos tienen las mismas condiciones para poder decidir. En pocas palabras, tenemos los mismos derechos, pero no la misma realidad.

¿Se ha sentido discriminado?

Sí, cuando estaba en el colegio, por ejemplo. Crecí en un barrio gitano, pero más tarde nos mudamos a uno que no lo era y éramos los únicos gitanos. También es cierto que éramos los más pobres, pero aunque fuésemos bien vestidos siempre, y que, sin lugar a dudas, hubiésemos sido muy respetuosos, había quien a mí y a mis hermanos nos llamaban “los tres vagabundos”. Siempre íbamos bien vestidos, limpios y éramos muy respetuosos, pero nos llamaban así.

También, lo típico que cuando alquilas un piso miran tu apellido y te preguntan “¿eres gitano?”. Y sabes que el casero te lo pregunta con tono de desconfianza y para discriminarte. Soy gitano y lo llevo con mucho orgullo, que quede claro. Sí me han discriminado, pero, te soy sincero, me quedo mucho más con los gestos de apoyo que he recibido con los de discriminación.

¿Cómo ve al pueblo gitano en 10 años?

Yo parto de la base de que antes las personas gitanas tenían muchas más dificultades para congeniar con el resto de la población, justamente, porque había mucha más discriminación. Ahora, la hay cada vez hay menos. Y eso se demuestra porque somos un grupo poblacional muy distinto, en el que cada vez más hay personas que alcanzan grados universitarios más altos, etcétera.

Yo creo que se las nuevas generaciones verán un mundo con menos antigitanismo. Tal vez sea yo un iluso, pero confío en la humanidad, y creo que la generación de mis sobrinos pequeños, cuando ellos tengan 14 o 15 años, encontrarán una sociedad mucho más abierta que no dudará de sus capacidades. También creo que ellos podrán estudiar lo que quieran y se dedicarán a lo que les dé la gana. Y no creo que lleguen a saber lo que es la discriminación por ser gitanos.

La juventud gitana es super potente. Muchos chicos y chicas se van a superar muchísimo y viviremos con muchos menos tabús.

 

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