“Ser solidarios, ser críticos”, carta a la redacción de La Semana

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En el periódico de Dos Hermanas “La Semana” se publicaba el pasado 15 de diciembre esta carta a redacción de Antonio Cid Polonio:

En el XII Congreso Estatal del Voluntariado celebrado recientemente, el Presidente de la Plataforma del Voluntariado de España, Luciano Poyato, inauguró las sesiones con un discurso soberbio. En una de sus afirmaciones más comprometidas, a modo de autocrítica, solicitó al movimiento voluntario “que vuestras acciones vayan más allá de la mera acción cotidiana y puntual y se participe en las políticas públicas, para así luchar decididamente contra las estructuras que perpetúan un sistema injusto”.

En nombre de toda la Plataforma, exigió a las Autoridades un diálogo directo con las organizaciones para que se les considere “interlocutores sociales de pleno derecho” en lugar de “auxiliares de las políticas públicas”. Pero la clave de todo su discurso quedó resumida en un simple renglón: “Somos solidarios, sí, pero ante todo, somos críticos” en clara alusión a ese tipo de ONG con tanta dependencia de las subvenciones públicas. En este sentido afirmó Poyato que “las organizaciones sociales no deben descuidar la reivindicación por la que nacieron, y no perderse en el mecanismo de las subvenciones-proyecto”.

El Presidente de la Plataforma pidió al voluntariado “que luchéis para que se os dé un lugar protagonista en el diseño de las políticas públicas, especialmente las más pegadas a vuestro territorio”. Así pues, consideró que el voluntariado no sólo debe realizar un trabajo solidario, sino también ofrecer propuestas y alternativas que vayan destinadas a mejorar las condiciones de vida de vuestros lugares.

Aunque las Jornadas se desarrollaron en Murcia, en torno al Día Internacional del Voluntariado, bien se podían haber celebrado en alguno de los grandes auditorios que tiene nuestra ciudad, porque el Presidente de la Plataforma Nacional dibujó, a mí entender, un claro diagnóstico de cómo respira su tejido social. Habría que crear un movimiento social ciudadano que renuncie libremente a las ataduras que acarrean las subvenciones, para así poder actuar con total independencia y libertad en los asuntos de nuestros pueblos y ciudades. Hay otras alternativas para conseguir esos fondos que necesitamos. Y es que, hoy por hoy, para revindicar de verdad mejoras en nuestros barrios y más calidad de vida para sus vecinos, hacen falta muy pocos medios; sobre todo cargarse de compromiso, arrojo e imaginación.

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