Entrevista a Javier Choren, voluntario en el ámbito de la discapacidad intelectual

“Mi voluntariado me ha hecho ser mejor entrenador”

Javier Choren es entrenador profesional de Baloncesto y desde hace tres años hace voluntariado en Nuevo Horizonte, una asociación para personas con Trastorno del Espectro Autista. En este tiempo ha federado al primer equipo de Baloncesto de personas con TEA y ha aprendido muchas cosas. La más llamativa: el valor y la riqueza que aporta el contacto con la diversidad humana.

 

 En Entrevistas, PVE

Tu voluntariado fue, por casualidad…

Así es, yo conocí Nuevo Horizonte porque está justo enfrente del pabellón del Equipo de Baloncesto de Las Rozas en el que trabajo como entrenador. Al ver cada día las personas con TEA que acuden a la asociación me animé a entrar y descubrir de qué forma podría yo colaborar con ellos. Y desde entonces doy clases de baloncesto una vez a la semana.

Anteriormente no había tenido contacto con el autismo, pero desde el primer día que vi a mis alumnos, lo tuve claro; sabía que me quedaba mucho por hacer y aprender con ellos. Y en eso estamos desde hace tres años. Además puedo decir orgulloso que de este voluntariado ha salido el primer equipo federado de baloncesto de personas con Trastorno del Espectro Autista.

¿Cómo conectas con el autismo como entrenador?

Es un trastorno que me sugiere muchísima curiosidad. El hecho de que cada persona tenga una forma diferente de expresarlo hace que no dejes nunca de aprender. Eso a nivel humano, como entrenador de baloncesto, es bastante diferente a los alumnos neurotípicos que tengo en cuanto a la lateralidad, la coordinación, el ritmo… Hay una cosa que es sorprendente y es el acierto de tiro. He realizado un estudio con los distintos equipos que entreno y el porcentaje de acierto de los chicos y chicas con autismo es mucho mayor.

¿En qué se diferencia un entrenamiento de ‘Nuevo Horizonte’ a uno en el Club de Baloncesto Las Rozas?

Pues en primer lugar varían los objetivos. No es lo mismo entrenar a un adolescente de 15 años en proceso de crecimiento que a una persona de entre 35 y 45 años Trastorno del Espectro Autista. Con estas personas trabajamos su salud, el equilibro, el tren superior, el inferior. En definitiva, utilizamos el balón para mejorar su estado físico.

Desde el punto de vista emocional, son mucho más felices. Hay una anécdota que a mí me parece muy significativa: entrenamos los miércoles y hay uno de los chicos que en su vocabulario ha cambiado su forma de nombrar los días de la semana. Para él, el miércoles ya no es miércoles, ahora lo llama baloncesto. Es un ejemplo de lo que significa para ellos esta actividad.

Como entrenador profesional, ¿has modificado tu perspectiva laboral?

Totalmente, ha cambiado la forma en la que yo veo mi trabajo. Mi voluntariado me ha hecho ser mucho mejor entrenador y no solo eso, también me considero mejor persona. Incluso hay veces que me considero un poco egoísta por la gran satisfacción que me produce mi voluntariado. Creo que estamos en un mundo tan comercial, tan blandito que conocer a estas personas te hace llegar a lo que realmente es el fruto de la vida, del baloncesto o a lo que sea que te dediques.

¿Alguna vez has probado a juntar en una misma sesión a tus dos equipos?

Sí y no solo los otros chavales que yo entreno. A lo largo del año recibimos muchas visitas. La reacción siempre en un principio es de sorpresa. El motivo yo creo que es que al fin y al cabo en la sociedad vivimos dejando de lado a estas personas, bien por falta de compromiso o porque simplemente es más fácil mirar para otro lado.

Al final es una experiencia positiva para ambas partes porque se familiarizan con el trastorno, lo normalizan y ayuda a eliminar tabús sociales en torno a la discapacidad.

El deporte es un ámbito de la vida muy integrador, no solo para personas con discapacidad…

Por supuesto, el deporte es clave porque es salud, porque produce impacto en las personas, porque promueve la socialización de las personas. Creo que es una herramienta imprescindible para el buen funcionamiento de la sociedad, se debería de invertir mucho más más en él. Ojalá algún día a todos los clubes profesionales se les obligue por ley a tener un equipo de personas con discapacidad porque aporta a normalizarla y los beneficios para la institución y todas las personas que participan en estos proyectos es inmensa.

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