La solidaridad como valor universal lejos de interpretaciones exclusivistas

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Para aclarar y distinguir la solidaridad, y proponerla como un valor bioético, fue necesario no reducirla a interpretaciones exclusivas del “significado sagrado” que, por inspiración de la doctrina ética cristiana, fue construido alrededor suyo.

El esfuerzo desarrollado facilita permitir que la solidaridad se reconozca en su sentido genuino, como valor universal que direcciona al ser humano en la colectividad, y como tal no debe ser monopolizada, sea por doctrinas éticas de inspiración teológica o lega.

La bioética, de una cierta manera, al añadir la solidaridad como uno de sus valores, tiene la intención de expresar que promovió la diversidad moral como uno de los fundamentos de la ética moderna, que se caracteriza por ser un espacio donde se expresan distintas concepciones del “bien”, libre de interpretaciones exclusivistas.

En ese contexto, ser solidario implica permitirse experimentar la duda moral y su independencia de cualquier forma de sometimiento.

La solidaridad, inmersa en su esencia, pierde el sabor de una “especie de narcótico”, ofrecido, según algunos, por el confort del cumplimiento de los “sagrados principios” que incentivan tal práctica. De esta forma, radicaliza el pluralismo: sea religioso, social o cultural, y propicia convivir con la diferencia y con la democratización del ser humano con sus valores.

Bioética, solidaridad y voluntariado: posibilidad de intervención en la sociedad (pdf)
Lucilda Selli. 2004

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