“Con Javier aprendí que se podía ser hospitalario sin tener un hogar”

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Sergio es voluntario con personas sin hogar en Solidarios para el Desarrollo. Así es como conoció a Javier, en la calle Luchana de Madrid. Su voluntariado consiste en salir por la noche a las calles de la capital y crear un espacio donde personas sin hogar y personas voluntarias se encuentran desde la igualdad, rompen su soledad y contribuyen a que recuperen su autoestima  y la motivación. Javier murió el pasado mes de marzo en la calle. Desde la Plataforma del Voluntariado queremos haceros llegar esta carta en la que Sergio nos habla de Javier y de su experiencia como voluntario.

Hace ya un mes que se nos fue Javier. “El Cuéllar”, como le conocían sus amigos de la calle. Javi el de Luchana o Javier el de la plaza Mapfre, como le reconocíamos entre los voluntarios que cada semana nos acercábamos a visitarle. Javier vivía en la puerta de una caja de ahorros, bajo el luminoso rótulo de una verde cabeza de oso, un oso curiosamente similar al del escudo de la ciudad que le acogió, con poco cariño y peor fortuna, durante sus últimos años.

Recordaba el martes pasado, cuando un centenar de voluntarios de Solidarios para el Desarrollo y otras organizaciones le organizamos un pequeño homenaje de despedida en la puerta del sol, una estrofa de una no muy vieja canción:

Alguien fuma en el cajero

y sueña que tiene

la televisión prendida

qué triste cuando se apaga la vida

durmiendo en la calle

Sin embargo, a Javier, que sí dormía en el cajero, parecía no tener que imaginar ninguna televisión prendida ni, prefiero pensarlo así, le había embargado la tristeza. Javi Cuéllar era alegre, optimista, encantador y amable, muy amable con los que nos acercábamos a conversar con él. Con Javier aprendí que se podía ser hospitalario sin tener un hogar; que se podía ser acogedor aunque tu hogar fuera la calle; que se podía ser el mejor anfitrión aunque no tuvieras un sofá en el que sus invitados se sentaran. No era necesario: Javier buscaba los mejores cartones o plásticos de alrededor y, si no los encontraba, te ofrecía los suyos: aquellos que serían su colchón y sus sábanas un rato después. Varias veces, incluso, y como recordaba mi compañera Cristina en el homenaje del pasado 6 de abril, llegó a quitarse su chaqueta para que nos sentáramos sobre ella. ¿Es posible ser hospitalario viviendo en la calle? Javier nos enseñó que sí.

Pero vivía en la calle, con todo lo que eso supone. Las dificultades para acceder a servicios tan básicos como el empadronamiento o la sanidad le pasaron factura. Una complicación de salud que para la mayoría de nosotros cuidaría un medicamento y un par de días en la cama se llevó por delante la vida de Javier. Una más. Una persona sin hogar más que fallece en Madrid, como en tantas otras ciudades del mundo. Un hueco en el cajero de luz verde. La compañía que le falta a Paco, cuyo hogar sigue siendo el mismo, en la misma calle Luchana. Una nueva vida apagada que nos recuerda a todos que la calle mata.

Sergio Rozalén.

Homenaje a Javier en la Puerta del Sol Foto: Solidarios para el desarrollo.

Homenaje a Javier en la Puerta del Sol. Foto: Solidarios para el desarrollo.

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